Colombia: tres desafíos
El nuevo gobierno debe promover la unión nacional, evitando que el país caiga en polarización y confrontación extremas que lesionaría no solo la frágil situación de paz en Colombia
Tanto la cercanía geográfica e histórica con la querida y hermana nación, como las asechanzas de algunos políticos, líderes de opinión y constructores anónimos de cadenas de redes sociales que elaboran mensajes insidiosos a partir de la catástrofe venezolana, obligan a estas reflexiones iniciales sobre el reciente triunfo histórico del candidato de izquierda, Gustavo Petro, a fin de contribuir al debate sobre la justa y sensata preocupación por el porvenir de Colombia que, ciertamente, pronostica un clima nacional de intensa nubosidad.
Podríamos resumir en tres los desafíos que tiene el próximo gobierno colombiano, así como las dificultades del nuevo presidente para enfrentarlos:
Uno. El nuevo gobierno debe promover la unión nacional, evitando que el país caiga en polarización y confrontación extremas que lesionaría no solo la frágil situación de paz en Colombia, sino también la convivencia social y la economía nacional pues, destruida la confianza de las inversiones extranjeras y del mundo empresarial, la caída del producto interno, del empleo y del sistema monetario no se harán esperar. Promover la unidad nacional exige superar el clima antagónico exacerbado durante la campaña electoral y el debate parlamentario, favoreciendo acuerdos de gobernabilidad, estabilidad, crecimiento e inversiones durante la nueva gestión.
Dos. El presidente Petro debería conformar un gabinete de gobierno que trabaje para todos los colombianos, con disposición de brindar confianza y conciliar visiones antagónicas, sin pretender pasar facturas históricas ni aplastar minorías asociadas a quienes algunos podrían considerar sus opresores, según la ideología del partido de gobierno. Hay que tener en cuenta que la minoría más importante organizada es, precisamente, la de los partidos tradicionales, tan combatidos por Petro y sus partidarios de manera existencial, hasta con manifestaciones de resentimiento social hacia una élite privilegiada (peligroso caldo de cultivo de gérmenes revolucionarios). ¿Será capaz Petro, y sus adversarios, de sobreponerse a sí mismos y a su propio discurso? Si fuera cierta la promesa del nuevo mandatario de superar la economía rentista, diversificar la producción, la industria y multiplicar los puestos de trabajo, debe entonces empeñarse seriamente en gobernar para todas las clases sociales sin insultos ni discriminaciones, atrayendo la confianza y el optimismo de los capitales nacionales y extranjeros, en lugar de alejarlos con pases de facturas ideológicas, medidas populistas o políticas económicas estatistas insostenibles.
Tres. Tanto el presidente Petro como la oposición deben velar y respetar las instituciones democráticas y el equilibrio de poderes. Hoy la democracia está amenazada en todo el continente por líderes de izquierda y de derecha que se creen superiores al Estado y a su organización política, con la excusa de que ellos solos son el pueblo, que no necesitan contrapesos y que nadie como ellos sabe lo que siente, quiere y requiere el pueblo (populismo). En este tercer desafío, la oposición debe adoptar posturas inteligentes, sabiendo ejercer una presión democrática leal a las instituciones de ese país sin andar buscando, aquí y allá, salidas insurreccionales, golpes de estado y acciones desestabilizadoras del sistema democrático. Respetar y hacer respetar la constitución y la soberanía nacional debería ser el ethos o pacto democrático de todos los representantes del pueblo colombiano.
A Bolívar le debemos las más altas aspiraciones de unidad y cooperación entre Colombia y Venezuela. Motivos de fraternidad y patriotismo nos mueven a desear un excelente futuro para los colombianos, que redunde en mejores relaciones exteriores con Venezuela y con los demás países del mundo. Que la nación colombiana se abra al mundo y ayude a los venezolanos a restablecer nuestras relaciones internacionales, a partir de una mediación constructiva y soberana, sigue siendo el deseo prístino del Libertador que hoy nos empuja a mirar en grande a sendas naciones, por encima de ideologías y partidos: "En la unidad consiste la mejor parte de nuestros buenos sucesos".
@mercedesmalave
Podríamos resumir en tres los desafíos que tiene el próximo gobierno colombiano, así como las dificultades del nuevo presidente para enfrentarlos:
Uno. El nuevo gobierno debe promover la unión nacional, evitando que el país caiga en polarización y confrontación extremas que lesionaría no solo la frágil situación de paz en Colombia, sino también la convivencia social y la economía nacional pues, destruida la confianza de las inversiones extranjeras y del mundo empresarial, la caída del producto interno, del empleo y del sistema monetario no se harán esperar. Promover la unidad nacional exige superar el clima antagónico exacerbado durante la campaña electoral y el debate parlamentario, favoreciendo acuerdos de gobernabilidad, estabilidad, crecimiento e inversiones durante la nueva gestión.
Dos. El presidente Petro debería conformar un gabinete de gobierno que trabaje para todos los colombianos, con disposición de brindar confianza y conciliar visiones antagónicas, sin pretender pasar facturas históricas ni aplastar minorías asociadas a quienes algunos podrían considerar sus opresores, según la ideología del partido de gobierno. Hay que tener en cuenta que la minoría más importante organizada es, precisamente, la de los partidos tradicionales, tan combatidos por Petro y sus partidarios de manera existencial, hasta con manifestaciones de resentimiento social hacia una élite privilegiada (peligroso caldo de cultivo de gérmenes revolucionarios). ¿Será capaz Petro, y sus adversarios, de sobreponerse a sí mismos y a su propio discurso? Si fuera cierta la promesa del nuevo mandatario de superar la economía rentista, diversificar la producción, la industria y multiplicar los puestos de trabajo, debe entonces empeñarse seriamente en gobernar para todas las clases sociales sin insultos ni discriminaciones, atrayendo la confianza y el optimismo de los capitales nacionales y extranjeros, en lugar de alejarlos con pases de facturas ideológicas, medidas populistas o políticas económicas estatistas insostenibles.
Tres. Tanto el presidente Petro como la oposición deben velar y respetar las instituciones democráticas y el equilibrio de poderes. Hoy la democracia está amenazada en todo el continente por líderes de izquierda y de derecha que se creen superiores al Estado y a su organización política, con la excusa de que ellos solos son el pueblo, que no necesitan contrapesos y que nadie como ellos sabe lo que siente, quiere y requiere el pueblo (populismo). En este tercer desafío, la oposición debe adoptar posturas inteligentes, sabiendo ejercer una presión democrática leal a las instituciones de ese país sin andar buscando, aquí y allá, salidas insurreccionales, golpes de estado y acciones desestabilizadoras del sistema democrático. Respetar y hacer respetar la constitución y la soberanía nacional debería ser el ethos o pacto democrático de todos los representantes del pueblo colombiano.
A Bolívar le debemos las más altas aspiraciones de unidad y cooperación entre Colombia y Venezuela. Motivos de fraternidad y patriotismo nos mueven a desear un excelente futuro para los colombianos, que redunde en mejores relaciones exteriores con Venezuela y con los demás países del mundo. Que la nación colombiana se abra al mundo y ayude a los venezolanos a restablecer nuestras relaciones internacionales, a partir de una mediación constructiva y soberana, sigue siendo el deseo prístino del Libertador que hoy nos empuja a mirar en grande a sendas naciones, por encima de ideologías y partidos: "En la unidad consiste la mejor parte de nuestros buenos sucesos".
@mercedesmalave
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