La pluralidad de las certidumbres
El fracaso de las viejas concepciones se debió al intento totalitario de envolver la historia, la naturaleza y la vida. Debemos hacernos de un pragmatismo atento a las incitaciones del presente...
Las “verdades” se han derruido y hay que ir sobre las nuevas formas. Lo que preside al mundo es la incredulidad. Los discursos viejos están deslegitimados. Se habla de un ciclo ahistórico.
Hay que deconstruir y acometer los nuevos comportamientos partiendo de la realidad de hoy. Los que se dedican a cultivar el pasado pierden la capacidad de pensar. El que no se dé cuenta que ha terminado una época jamás estará en condiciones de iniciar otra. El fracaso de las viejas concepciones se debió al intento totalitario de envolver la historia, la naturaleza y la vida. Debemos hacernos de un pragmatismo atento a las incitaciones del presente y a los desafíos de las circunstancias teniendo en la mano las respuestas de una praxis política renovada.
El origen unitario de la vida nos obliga a la concepción de un humanismo global hacia un comunitarismo de entendimiento y aceptación de la diversidad. La diversidad del mundo nos obliga a revalorizar la solidaridad en un gran gesto de conciencia. Tenemos deudas pendientes por saldar: el diálogo intercultural, la admisión y el respeto de las diferencias, la ruptura de los lastres arrastrados por las viejas formas de organización política. El hombre de este tiempo vive la ruptura con un mundo que se tambalea. Hay que darle respuestas partiendo del principio de que el pensamiento es una forma de realidad.
La teoría y la praxis deben, pues, comportarse conforme a lo que hoy está. Es menester una pluralidad de ángulos de visión que la urgencia de encontrar una certidumbre sepultó. Ya no se requiere un corpus homogéneo, lo que se requiere es un intercambio fluido y permanente de diversas comprensiones. Algunos hablan de ofrecer no una mirada sistemática sino sintomática. Es lo que otros denominan la teorización de la política y la politización de la teoría.
Hay que darle una respuesta común a las exigencias cotidianas de la democracia, lo que para nada lleva al olvido de las particularidades, las que, por el contrario, se hacen manifiestas al pedir políticas de reconocimiento.
Aquí estamos jugando a las divisiones sembradas por el poder con la miopía de los exaltados de la pequeña casa. La mezquindad implícita en el extravío y en las ambiciones ya teje el fracaso.
@tlopezmelendez
Hay que deconstruir y acometer los nuevos comportamientos partiendo de la realidad de hoy. Los que se dedican a cultivar el pasado pierden la capacidad de pensar. El que no se dé cuenta que ha terminado una época jamás estará en condiciones de iniciar otra. El fracaso de las viejas concepciones se debió al intento totalitario de envolver la historia, la naturaleza y la vida. Debemos hacernos de un pragmatismo atento a las incitaciones del presente y a los desafíos de las circunstancias teniendo en la mano las respuestas de una praxis política renovada.
El origen unitario de la vida nos obliga a la concepción de un humanismo global hacia un comunitarismo de entendimiento y aceptación de la diversidad. La diversidad del mundo nos obliga a revalorizar la solidaridad en un gran gesto de conciencia. Tenemos deudas pendientes por saldar: el diálogo intercultural, la admisión y el respeto de las diferencias, la ruptura de los lastres arrastrados por las viejas formas de organización política. El hombre de este tiempo vive la ruptura con un mundo que se tambalea. Hay que darle respuestas partiendo del principio de que el pensamiento es una forma de realidad.
La teoría y la praxis deben, pues, comportarse conforme a lo que hoy está. Es menester una pluralidad de ángulos de visión que la urgencia de encontrar una certidumbre sepultó. Ya no se requiere un corpus homogéneo, lo que se requiere es un intercambio fluido y permanente de diversas comprensiones. Algunos hablan de ofrecer no una mirada sistemática sino sintomática. Es lo que otros denominan la teorización de la política y la politización de la teoría.
Hay que darle una respuesta común a las exigencias cotidianas de la democracia, lo que para nada lleva al olvido de las particularidades, las que, por el contrario, se hacen manifiestas al pedir políticas de reconocimiento.
Aquí estamos jugando a las divisiones sembradas por el poder con la miopía de los exaltados de la pequeña casa. La mezquindad implícita en el extravío y en las ambiciones ya teje el fracaso.
@tlopezmelendez
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones