VÍCTOR ARTIS
Mejorar una ciudad no es tarea fácil ni breve, debe partir de diagnósticos para detectar congestión y carencias y contar con un plan general que coordine y establezca prioridades, no en base a deseos, sino en función de recursos ciertos, a ser administrados con eficiencia y pulcritud por los gobernantes y con apoyo de la ciudadanía. No es suficiente improvisar acciones aisladas en urbanismo, arquitectura e ingeniería para mitigar crisis, también se debe saber intervenir para que no ocurran. Deberíamos entender que gobernar es el arte de conciliar los intereses de los particulares con el interés público, representado siempre por los gobernantes. Pero habrá que mitigar actitudes prevalecientes, como la de los residentes que desconfían de cualquier propuesta de cambio y socavan las decisiones de las mayorías y la pasividad de las autoridades municipales que deberían ser activas en cuanto a promover desarrollo y mejorar lo existente, no solo a tramitar permisos, función cómoda y a salvo de errores.
El ámbito ocupado por Caracas no son solo los 200 km2 de la hoya semi plana del Guaire, ni los 2.000 km2 delimitados por la Zona Protectora, es la región metropolitana que contiene los Altos Mirandinos, el litoral varguense, Guarenas-Guatire y los seis municipios del Tuy Medio, conglomerado urbano donde parece conveniente dotar con un ente supramunicipal coordinador y capacitado para cumplir responsabilidades de alcance metropolitano, modalidad que encontrará resistencia por parte de quienes rechacen afectar la falsa autonomía municipal sostenida con el suculento situado constitucional que ansían administrar candidatos escogidos por los partidos. Veintisiete siglos atrás los griegos lo hacían diferente: los ciudadanos escogían directamente los candidatos en base a méritos.
En los centros tradicionales, en las barriadas y en áreas decaídas o alteradas se requerirán estrategias que definan prioridades y responsabilidades para progresar y mejorar, así como integrar con orden a los nuevos pobladores y generar sentido de pertenencia, tanto en la región capital como en otras conurbaciones incipientes, es decir entre Tejerías y Puerto Cabello, entre Guanta y Piritu, en la fronteras con Colombia y en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo. Ejemplo a destacar es la región capital donde el deterioro parece ser una tendencia, pero no es obligado aceptarlo como destino porque aunque nuestras ciudades han crecido y crecen mal, tenemos conocimientos para identificar problemas, aportar soluciones y generar recursos para actuar.
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