Venezuela en medio de una crisis de femicidios sin respuesta
A pesar de la falta de datos oficiales, las cifras muestran una situación muy preocupante
El pasado 11 de noviembre la vida de Rosmery Daniela Fuentes Hernández llegaría a su última encrucijada. Esa noche estaba en su casa cuando alguien tocó el timbre, al asomarse vio que era Luis Rafael Borges, con quien había tenido una tormentosa relación que había terminado meses atrás.
La relación, que se había iniciado como todas, con las mejores ilusiones, se convirtió en una pesadilla en la que Rosmery llevaba la peor parte, hasta que finalmente tomó las riendas de su vida y le puso punto final.
Además denunció a Borges por maltrato y violencia por razones de género, en un intento por protegerse, pero una decisión judicial la dejó más indefensa, ya que un juez ordenó que Borges fuese liberado, a pesar de tener antecedentes por homicidio.
Esa noche el violento acosador regresó con un discurso de arrepentimiento y, al ser rechazado, desató su violencia y apuñaló a Rosmery hasta matarla. Luego huyó, aunque fue detenido unos días más tarde.
La historia de Rosmery evidencia las fallas del sistema de protección a las víctimas de la violencia por razones de género en nuestro país.
Muerte a la orden del día
En 2024, la violencia de género en Venezuela continúa siendo un grave problema que hasta la fecha no tiene una respuesta oficial. Diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) han recopilado datos que muestran patrones de agresión hacia las mujeres, muchas veces perpetrados por hombres cercanos.
El colectivo Utopix registró 142 femicidios y 169 intentos en los primeros nueve meses de 2024, lo que da una tasa alarmante de un femicidio cada 46 horas y uno frustrado cada 38.
Por su parte, Cotejo.info documentó 112 femicidios hasta noviembre, mientras que el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) reportó 58 en el primer cuatrimestre del año.
Las ONG destacan la falta de datos oficiales desde 2016 y las diferencias en su metodología. Sugieren que las cifras podrían ser incluso peores. A pesar de las variaciones en los datos de cada organización, la situación es extremadamente preocupante.
Asesinadas en el extranjero
Las venezolanas que migran suelen encontrarse en situaciones de alta vulnerabilidad. Elsy Ruiz, en su tesis “Mujeres que migran y sufren”, presenta un dato estremecedor: “11,6 de cada 100 mujeres venezolanas que llegan a Colombia son víctimas de femicidio”.
Las ONG coincidieron en el reporte de los femicidios de venezolanas en el extranjero.
Estas organizaciones documentaron que hasta septiembre de 2024 ocurrieron al menos 46 femicidios de venezolanas en el exterior. En Colombia fueron asesinadas 20 mujeres, en Perú 19, les siguen Chile con nueve, Estados Unidos con seis y Brasil con tres.
Una violencia sin sentido
Para entender este tipo de violencia es necesario conocer a sus protagonistas, las víctimas. Las cifras nos permiten tener una visión de quiénes son. Lo primero es que no hay límite de edades. Se han reportado casos de niñas de cero a cinco años asesinadas, al igual que mujeres entre 71 y 75 años. Sin embargo, la mayoría se ubica entre 15 y 55 años.
Muchas eran madres que dejaron a decenas de niños huérfanos. Incluso las embarazadas no están a salvo. En algunos casos, las víctimas ya habían denunciado maltrato antes de ser asesinadas, como en el caso de Rosmery Fuentes, sin embargo eso no evitó el crimen.
Es crucial manejar con cuidado la información sobre la militancia política de las víctimas para evitar sesgos en la investigación, que podrían desvirtuar el peligro que representa la violencia de género para convertirla en una excusa política.
Utopix, una ONG pro oficialista, hace esta diferenciación sin ahondar sobre la posible vinculación política de la mayoría de las víctimas, lo que dejaría en evidencia posibles sesgos ideológicos.
Se requiere acción ante la profunda crisis
Al analizar la crisis de violencia de género y femicidios en Venezuela, es importante que se tomen medidas que permitan disminuir la situación de vulnerabilidad en que se encuentran mujeres, niñas y adolescentes, tanto en el país como en el exterior
Aimee Zambrano, coordinadora de Utopix, ha sido insistente en llamar a activar un Plan de Emergencia Feminista que permita prevenir y mitigar la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes. Es crucial visibilizar y denunciar la violencia, asegura
Por su parte, voceros de Cepaz insisten en que es necesario contar con datos confiables y estadísticas oficiales que permitan comprender el problema y elaborar políticas efectivas.
Se requiere una atención integral a las víctimas, fortaleciendo medidas de protección y reparación en los casos en que el Estado tiene responsabilidad en los hechos.
Además, es necesario que se aborde la “violencia migratoria”, combatir la discriminación y la xenofobia.
Entre las propuestas que se hacen en este sentido se encuentra empoderar económicamente a las mujeres migrantes y asegurar su acceso a oportunidades como acción fundamental para reducir su vulnerabilidad.
Otras propuestas abarcan la educación y sensibilización como claves para combatir la violencia de género, promoviendo la igualdad desde la infancia y desafiando estereotipos.
En resumen, se destaca la necesidad de un enfoque integral que involucre al Estado, la sociedad civil y la comunidad internacional para abordar las causas y proteger a las víctimas.
La relación, que se había iniciado como todas, con las mejores ilusiones, se convirtió en una pesadilla en la que Rosmery llevaba la peor parte, hasta que finalmente tomó las riendas de su vida y le puso punto final.
Además denunció a Borges por maltrato y violencia por razones de género, en un intento por protegerse, pero una decisión judicial la dejó más indefensa, ya que un juez ordenó que Borges fuese liberado, a pesar de tener antecedentes por homicidio.
Esa noche el violento acosador regresó con un discurso de arrepentimiento y, al ser rechazado, desató su violencia y apuñaló a Rosmery hasta matarla. Luego huyó, aunque fue detenido unos días más tarde.
La historia de Rosmery evidencia las fallas del sistema de protección a las víctimas de la violencia por razones de género en nuestro país.
Muerte a la orden del día
En 2024, la violencia de género en Venezuela continúa siendo un grave problema que hasta la fecha no tiene una respuesta oficial. Diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) han recopilado datos que muestran patrones de agresión hacia las mujeres, muchas veces perpetrados por hombres cercanos.
El colectivo Utopix registró 142 femicidios y 169 intentos en los primeros nueve meses de 2024, lo que da una tasa alarmante de un femicidio cada 46 horas y uno frustrado cada 38.
Por su parte, Cotejo.info documentó 112 femicidios hasta noviembre, mientras que el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) reportó 58 en el primer cuatrimestre del año.
Las ONG destacan la falta de datos oficiales desde 2016 y las diferencias en su metodología. Sugieren que las cifras podrían ser incluso peores. A pesar de las variaciones en los datos de cada organización, la situación es extremadamente preocupante.
Asesinadas en el extranjero
Las venezolanas que migran suelen encontrarse en situaciones de alta vulnerabilidad. Elsy Ruiz, en su tesis “Mujeres que migran y sufren”, presenta un dato estremecedor: “11,6 de cada 100 mujeres venezolanas que llegan a Colombia son víctimas de femicidio”.
Las ONG coincidieron en el reporte de los femicidios de venezolanas en el extranjero.
Estas organizaciones documentaron que hasta septiembre de 2024 ocurrieron al menos 46 femicidios de venezolanas en el exterior. En Colombia fueron asesinadas 20 mujeres, en Perú 19, les siguen Chile con nueve, Estados Unidos con seis y Brasil con tres.
Una violencia sin sentido
Para entender este tipo de violencia es necesario conocer a sus protagonistas, las víctimas. Las cifras nos permiten tener una visión de quiénes son. Lo primero es que no hay límite de edades. Se han reportado casos de niñas de cero a cinco años asesinadas, al igual que mujeres entre 71 y 75 años. Sin embargo, la mayoría se ubica entre 15 y 55 años.
Muchas eran madres que dejaron a decenas de niños huérfanos. Incluso las embarazadas no están a salvo. En algunos casos, las víctimas ya habían denunciado maltrato antes de ser asesinadas, como en el caso de Rosmery Fuentes, sin embargo eso no evitó el crimen.
Es crucial manejar con cuidado la información sobre la militancia política de las víctimas para evitar sesgos en la investigación, que podrían desvirtuar el peligro que representa la violencia de género para convertirla en una excusa política.
Utopix, una ONG pro oficialista, hace esta diferenciación sin ahondar sobre la posible vinculación política de la mayoría de las víctimas, lo que dejaría en evidencia posibles sesgos ideológicos.
Se requiere acción ante la profunda crisis
Al analizar la crisis de violencia de género y femicidios en Venezuela, es importante que se tomen medidas que permitan disminuir la situación de vulnerabilidad en que se encuentran mujeres, niñas y adolescentes, tanto en el país como en el exterior
Aimee Zambrano, coordinadora de Utopix, ha sido insistente en llamar a activar un Plan de Emergencia Feminista que permita prevenir y mitigar la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes. Es crucial visibilizar y denunciar la violencia, asegura
Por su parte, voceros de Cepaz insisten en que es necesario contar con datos confiables y estadísticas oficiales que permitan comprender el problema y elaborar políticas efectivas.
Se requiere una atención integral a las víctimas, fortaleciendo medidas de protección y reparación en los casos en que el Estado tiene responsabilidad en los hechos.
Además, es necesario que se aborde la “violencia migratoria”, combatir la discriminación y la xenofobia.
Entre las propuestas que se hacen en este sentido se encuentra empoderar económicamente a las mujeres migrantes y asegurar su acceso a oportunidades como acción fundamental para reducir su vulnerabilidad.
Otras propuestas abarcan la educación y sensibilización como claves para combatir la violencia de género, promoviendo la igualdad desde la infancia y desafiando estereotipos.
En resumen, se destaca la necesidad de un enfoque integral que involucre al Estado, la sociedad civil y la comunidad internacional para abordar las causas y proteger a las víctimas.
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