Ante estas acusaciones Carlos Vielma, reiteró que “es absolutamente falso que iglesias cristianas y evangélicas se encuentren haciendo trabajo de inteligencia alguno para los intereses de Estados Unidos bajo la fachada de misiones". Expresó que la Iglesia Evangélica Pentecostal en Venezuela tiene más de 100 años. “Estamos regidos por la ley y estamos registrados en su mayoría en la dirección de justicia y culto, en el Ministerio de Justicia y Paz”, indicó.

En ese sentido, aseveró que "el trabajo de la comunidad cristiana ha sido precisamente el de llegar a los sectores más vulnerables, a los barrios y a todo lugar donde se pueda transformar la realidad con el mensaje de vida y de esperanza y con las labores sociales que las han caracterizado en todas las comunidades, incluyendo las penitenciarías"; “no somos una secta como él nos señaló”, agregaron.

Indicó que la mayoría de las congregaciones pertenecientes a esta iglesia cuenta con la permisología para funcionar, y hacen “un trabajo espiritual de amor social en esta grave crisis que vive la nación”. Expresó que el Estado los reconoce como institución eclesiástica.

Finalmente señaló que es totalmente falso que los líderes de las iglesias estén en las zonas indígenas “como espías con carátulas de misioneros” como dijo el general.

No podemos comenzar este comunicado sino afirmando el completo, absoluto y total desconocimiento que este militar tiene de la historia, idiosincrasia y estilo de vida del pueblo evangélico en Venezuela y Latinoamérica.

Si algo nos ha caracterizado en toda nuestra existencia es nuestro espíritu de servicio y solidaridad con los más necesitados, nuestra pasión por compartir nuestra fe en la obra y persona de nuestro Señor Jesucristo en todos los estratos de la sociedad, lo que ha permitido que hoy tengamos presencia en cada rincón de Venezuela, en barrios, urbanizaciones, cerros o zanjones, caseríos y ciudades; esto nos está permitiendo, en este momento, contar con una feligresía que ya supera el 20% de nuestra población, esparcidas en las miles de iglesias establecidas en los lugares donde hemos llegado con nuestra predicción de redención del ser humano, y con nuestro servicio de ayuda a los enfermos en los hospitales, indigentes, niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo, a los hambrientos y desnudos, a los encarcelados y sus familias; y lo más hermoso de todo esto, lo cual nos hace sentirnos casi orgullosos, es que, en su casi totalidad, nuestras iglesias se autosostienen económicamente a través de los aportes voluntarios de sus feligreses, y son muy pocas las que pudieran estar recibiendo aportes de iglesias u organizaciones hermanas del extranjero (lo cual o es un delito), o de algún gobierno de turno.