Historias de la Violencia: La muerte del mejor espada
César Girón uno de los mejores toreros de la historia, nació en Choroní, estado Aragua.
Hubo una época en la que el béisbol no desataba las pasiones que hoy en día desata, otra actividad era la que movía las emociones del venezolano, la fiesta brava, las corridas de toros. Eran tantas las pasiones que casi en cada ciudad existía una arena y donde no las había, se levantaban plazas temporales donde desde payasos, pasando por imitadores de Cantinflas, hasta toreros improvisados probaban suerte, ya que muchos querían verse en el estrellato en el que brillaban los trajes de luces.
Las corridas de toros, son parte de la herencia española. Desde los tiempos de la conquista, pasando por la colonia y la independencia, así como después, los toros fueron el entretenimiento por excelencia de los americanos, y obviamente de los venezolanos, y en las principales ciudades del país se construyeron plazas, los domingos después de la misa, muchos iban a los toros.
Y fue antes de la apoteosis del petróleo, cuando una de las principales figuras de la tauromaquia nacional y mundial, pisó por primera vez la arena, César Girón, el año 1945 se lanzó al ruedo como un espontáneo, pasarían cinco años para que tuviese su primera gran actuación e iniciaría su carrera al estrellato.
El 1 de octubre de 1950 el Nuevo Circo de Caracas, sería testigo de su hazaña, al matar a seis ejemplares y César Girón se convirtió en el héroe de Caracas, fue paseado a hombros por las calles y llevado hasta las redacciones de los diarios más importantes de la época. A partir de ese momento se comenzó la leyenda de César Girón.
Luego viajaría a España, la cuna del arte taurino, donde continuaría dando los pasos para ingresar al Olimpo y como un relámpago emitido por el mismísimo Zeus, conquistó plazas y países, España, México, Perú, las décadas pasaban y su fama crecía.
Fue tanta su fama que se casó con Danièle Ricard, heredera de la compañía francesa de licores, Pernod Ricard, uno de sus hijos, César Girón Ricard es el máximo ejecutivo de la junta de directores de la sociedad francesa Pernod.
En 1969 anunció su retiro, su última corrida fue en 1971 cuando se conmemoró el 150 aniversario de la Batalla de Carabobo.
Meses más tarde, el 19 de octubre de 1971 se dirigía desde Valencia hacia Caracas, cuando terminó estrellando el vehículo que conducía contra un camión estacionado en la vía. El anuncio de su muerte corrió como pólvora, cientos de personas acudieron al Hospital Central de Maracay, donde fue trasladado, luego se le rindió un merecido homenaje por ser considerado uno de los mejores toreros del Siglo XX.
Hoy una estatua levantada en su memoria lo recuerdan en Valencia, y en la Autopista Regional del Centro, todavía perdura una pequeña capilla en su recuerdo, y de vez en cuando algún seguidor de la fiesta brava deja un ramo de rosas en homenaje el mejor espada nacido en Venezuela, específicamente en Choroní.
Con el tiempo las artes taurinas fueron perdiendo simpatizantes hasta que finalmente las corridas fueron prohibidas. Los nuevos tiempos sepultaron las viejas artes y de los vítores y las bandas, solo quedan algunos recuerdos. Los tiempos cambian y la memoria se pierde, quizá sea el momento de apostar por esos que de una manera u otra construyeron lo que somos hoy en día.
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