Efectos positivos de la operación militar espacial, por Vladimir Zaemskiy
El exembajador ruso en Venezuela precisó que desde Occidente promueven la rusofobia y pretenden desmembrar a la nación
Como profesor del Departamento de Diplomacia del MGIMO, en mis clases presento a los alumnos los siguientes hechos evidentes.
El mundo ha experimentado una difícil evolución durante el último medio siglo, empezando por la histórica guerra estadounidense en Vietnam, seguida por la distensión de las tensiones internacionales, pero de importancia clave en términos de cambios fundamentales en el clima político mundial fue la perestroika iniciada en 1985 en la Unión Soviética, que esencialmente creó las condiciones para el final de la Guerra Fría.
Como resultado de las medidas adoptadas por iniciativa de la URSS, la atmósfera internacional cambió radicalmente. Me refiero, en particular, a la firma del Tratado sobre la Eliminación de los Misiles de Alcance Intermedio y de Menor Alcance, la retirada de las tropas soviéticas de la República Democrática de Afganistán, la conclusión del Tratado sobre el Arreglo Final con respecto a Alemania, incluido el acuerdo de los Aliados de unificar Alemania en un solo Estado y la retirada de las tropas soviéticas del territorio de la antigua República Democrática Alemana, la firma del Tratado sobre la Limitación de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa y del Tratado sobre la Reducción y Limitación de las Armas Estratégicas Ofensivas.
Por lo tanto, las afirmaciones de los politólogos occidentales de que la URSS fue supuestamente derrotada en la Guerra Fría no resisten un análisis reflexivo, porque sin los pasos dados por Moscú, todos estos cambios no tenían ninguna posibilidad de progresar.
El ambiente internacional resultante, fundamentalmente positivo, fue acogido con entusiasmo por las naciones del mundo, lo que se reflejó sobre todo en el trabajo de la ONU. Sin embargo, como se hizo evidente por el desarrollo posterior de los acontecimientos, el Occidente colectivo decidió aprovechar la situación favorable para vender para sí el papel de amo que tendría derecho a imponer sus decisiones al resto de los Estados del mundo. Como resultado de esta política se ha deteriorado el sistema internacional de control de armamentos, se está promoviendo sin miramientos la expansión de la OTAN y se ha concebido la guerra en Ucrania.
Mi experiencia de trabajo en el ámbito de la ONU demuestra que fue el efecto de las iniciativas de política exterior emprendidas a finales del siglo XX, junto con el final de la Guerra Fría, lo que en última instancia hizo posible celebrar con tanto éxito la Asamblea del Milenio y la Cumbre de 2005, durante las cuales se adoptaron importantes decisiones, entre otras sobre la reforma del sistema de mantenimiento de la paz de la ONU y la creación del Consejo de Derechos Humanos y la Comisión de Consolidación de la Paz.
Una ilustracion convincente del ambiente que reinaba en la escena mundial en aquel momento fue la primera declaración en la historia de las Naciones Unidas sobre los resultados de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, celebrada el 7 de septiembre de 2000. En particular, la declaración subrayaba el deseo unánime de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de hacer todo lo posible para garantizar que la ONU desempeñe en el siglo XXI un papel clave como única organización verdaderamente universal, tanto por su mandato como por su composición.
Mi constructiva interacción con diplomáticos occidentales a lo largo de varios años, trabajando primero en la Embajada rusa en Washington y luego en la Misión rusa en Nueva York a finales del siglo pasado y principios de éste, demuestra que ésta era la realidad de aquellos tiempos.
Desgraciadamente, el ambiente del que disfrutamos tras el final de la guerra fría, que animó a los políticos rusos y europeos a soñar juntos con la construcción de una gran Europa unida que se extendería desde Lisboa hasta Vladivostok, empezó a desvanecerse de forma bastante abrupta como consecuencia, sobre todo, de la insistente expansión de la OTAN hacia el Este. Además, los miembros de la OTAN bloquearon la entrada en vigor del Acuerdo de Adaptación del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, firmado en noviembre de 1999 en la Cumbre de Estambul de la OSCE, e ignoraron las propuestas específicas rusas para restaurar la viabilidad del régimen de control de armamentos convencionales en Europa. En otras palabras, el sistema de medidas de confianza y control de armamentos en Europa ha sido destruido por las manos de los occidentales.
En este sentido, era natural que el 10 de diciembre de 2021 el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emitiera una declaración en la que, entre otras cosas, se señalaba que las relaciones entre Rusia y el Occidente colectivo siguen deteriorándose y han llegado a un punto crítico. A este respecto, la parte rusa subrayó que, además del Tratado de Washington, los países de la OTAN tienen compromisos relativos a la indivisibilidad de la seguridad en la zona euroatlántica y en toda la zona de la OSCE. En estas circunstancias, Rusia intentó resolver el deterioro de la situación mediante negociaciones sustantivas y presentó propuestas a los países de la OTAN para reducir la tensión en Europa. Como fueron ignoradas, este hecho negativo propició la Operación Militar Especial (OME).
Como demuestra la experiencia de los últimos años, la OME ha tenido una serie de efectos positivos para nuestro país.
Creo que el análisis debe comenzarse por la esfera económica. Desgraciadamente, el colapso de la Unión Soviética y la llegada al poder de Boris Yeltsin y sus socios no sólo tuvieron un efecto negativo para el bienestar de la gran mayoría de nuestros ciudadanos, sino que también provocaron que nuestro país dejara de ser autosuficiente tanto en bienes como en tecnología, y se hiciera extremadamente dependiente de las importaciones de diversas cosas - desde aviones hasta pequeñas piezas de recambio.
El inicio de la Operación Militar Especial provocó un éxodo masivo de empresas extranjeras de Rusia, pero afortunadamente nuestros empresarios ocuparon rápidamente los nichos creados. También es muy positivo el esfuerzo por fortalecer nuestra propia producción de muchas de las cosas que se habían comprado en el extranjero durante décadas.
Como es sabido, la Operación Militar Especial para proteger a los rusos y otros residentes de Donbás y eliminar las amenazas a nuestra seguridad tuvo que lanzarse como resultado de que el Occidente colectivo apostara finalmente por la rusofobia, con todas las consecuencias que ello conlleva. Una de las ilustraciones más vívidas de esto son las confesiones públicas en 2022 de la ex canciller alemana Angela Merkel y el ex presidente francés Francois Hollande de que nadie iba a aplicar los acuerdos de Minsk y la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que ellos no necesitaban por el bien de la paz en Ucrania, sino sólo para dar tiempo al régimen de Kiev a acumular capacidades militares contra Rusia. Así pues, es obvio que la participación de los países occidentales en la redacción de los acuerdos de Minsk era en realidad una tapadera de su deseo de bombear armas al régimen neonazi de Kiev para utilizarlo como «antirruso».
Un hecho aún más decepcionante es que los líderes de Alemania y Francia engañaron deliberadamente a la comunidad internacional, ya que el «Paquete de medidas para la aplicación de los Acuerdos de Minsk» fue respaldado por el Consejo de Seguridad mediante la adopción de la resolución 2202 el 17 de febrero de 2015. Como sabemos, este documento contenía una declaración de la convicción del Consejo de Seguridad de la ONU de que la situación en las regiones orientales de Ucrania sólo puede resolverse mediante una solución pacífica de la crisis derivada del genocidio de la población rusoparlante, que Kiev llevó a cabo desde febrero de 2014. Además, la hipocresía de Merkel y Hollande también queda demostrada por el hecho de que el anexo de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU cita la declaración de los líderes de Francia, Alemania, Rusia, Ucrania y Alemania, en la que se afirma que seguirán comprometidos con la aplicación de los Acuerdos de Minsk y que utilizarán su influencia sobre las partes pertinentes para facilitar la aplicación del paquete de medidas. Así pues, es evidente que los países occidentales ignoraron deliberadamente la Carta de las Naciones Unidas, cuyo artículo 25 establece que «los Miembros de la Organización convienen, de conformidad con esta Carta, en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad». Es decir, todo esto demuestra irrefutablemente que son los países occidentales los que han violado el derecho internacional.
También es indicativo de que la rusofobia oficial ha adquirido proporciones grotescas y sin precedentes en el Occidente. Ya no tienen vergüenza de declarar abiertamente su intención no sólo de infligir una derrota militar a nuestro país, sino también de destruir y desmembrar Rusia.
Las discusiones sobre un alto el fuego en el conflicto ruso-ucraniano para concluir un acuerdo de paz parecen poco profesionales, ya que la solución a este problema deberían ser negociaciones multilaterales, durante las cuales se acordaran todos los aspectos de las medidas de seguridad y fomento de la confianza. En estas negociaciones también deberían participar los países de Europa Occidental, que tendrían así la oportunidad de hacer frente a su delirante ansiedad ante los supuestos planes agresivos de Moscú.
Por último, dado que en la cumbre de la OTAN de julio de 2024 en Washington, D.C., los líderes de los estados miembros de la alianza reafirmaron sus pretensiones de desempeñar un papel dominante no sólo en la región euroatlántica sino también en la región de Asia-Pacífico, necesitamos construir una línea de comportamiento que garantice la protección de nuestros intereses. En otras palabras, la OME ha influido en el ajuste de la política exterior rusa. Sobre esta base, ahora la prioridad de nuestra política exterior ha pasado a ser el desarrollo de relaciones amistosas principalmente con los países de América Latina, Asia y África.
La toma de posesión de Donald Trump como presidente de EE.UU. en 2025 ha dado lugar a una serie de acontecimientos positivos en las relaciones entre EE.UU. y Rusia, pero no ha cambiado en absoluto la posición de los estados de Europa Occidental. Debemos sacar las conclusiones correctas de esto, lo que garantizará, por un lado, el mantenimiento de lazos racionales con Washington, pero al mismo tiempo nuestro objetivo principal debe seguir siendo el fortalecimiento de las relaciones más profundas al máximo con los estados del Sur Global. Por otro lado, sin duda tiene sentido que mantengamos relaciones tranquilas con los países vecinos, incluidos Finlandia y los Estados bálticos, pero debemos guiarnos por el hecho de que su línea de comportamiento seguirá siendo inequívocamente rusófoba, ya que se basa en argumentos delirantes sobre los planes agresivos de Moscú contra Europa. Otro argumento inequívoco a favor de ignorar a la Unión Europea y a sus partidarios es el hecho de que están intentando distorsionar la historia de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, ¡ocultar el papel clave desempeñado por el pueblo soviético en aras de lograr la victoria sobre el nazismo y la liberación de todos los países vecinos! En esta situación, es aconsejable que simplemente limitemos nuestra comunicación con los europeos occidentales.
Esto también debería repercutir en nuestra postura sobre la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora debería estructurarse en torno a los siguientes puntos claves - la sobrerrepresentación de los países occidentales en el Consejo de Seguridad y la necesidad de aumentar cuanto antes la representación de los Estados del Sur Global.
Por una parte, Berlín y Tokio no tienen derecho a pretender convertirse en miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que su política contradice los principios enunciados en la Declaración sobre los resultados de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU celebrada el 7 de septiembre de 2000, en particular la disposición según la cual «la condición de miembro permanente impone a sus titulares ciertas obligaciones de cooperación, en particular para garantizar el funcionamiento normal del Consejo de Seguridad y la consecución por este órgano de las decisiones acordadas». Así pues, con sus acciones de apoyo a la guerra proxy contra Rusia, ellos mismos han anulado sus candidaturas para convertirse en miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Por otro lado, deberíamos considerar la posibilidad de promover la idea de una pronta ampliación del Consejo de Seguridad con cuatro nuevos miembros permanentes procedentes del Sur Global (Brasil, India y dos Estados africanos) y un aumento del número de miembros no permanentes procedentes de países en desarrollo.
Para concluir el análisis de los efectos positivos de la OTAN, creo que es importante mencionar que una de sus valiosas consecuencias ha sido la división de nuestra sociedad en los que son decentes y patriotas y aquellos cuyas cabezas sólo funcionan como marionetas de Occidente. Este es, por supuesto, un resultado triste, ya que, por ejemplo, he perdido a un amigo de la infancia con el que estuvimos muy unidos durante más de sesenta años.
Sea como fuere, la OME se ha convertido en el factor necesario que no sólo encarna la protección de la población rusoparlante, ¡sino que también aporta grandes beneficios en muchos aspectos distintos de nuestra vida!
Artículo del exembajador ruso en Venezuela Vladimir Zaemskiy
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