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Jesús Miguel Soto: “'La balsa malograda' me sirvió para dar mi versión del exilio, del destierro”

El poemario ganador del XXIV Premio Anual Transgenérico, convocado por la Fundación para la Cultura Urbana, es un testimonio visual sobre el tema

  • MARITZA JIMÉNEZ

09/02/2025 01:00 am

Tres veces ha emigrado Jesús Miguel Soto (Caracas, 1981), y en esa experiencia se sumerge en La balsa malograda, el poemario con el que recibió por unanimidad el XXIV Premio Anual Transgenérico convocado por la Fundación para la Cultura Urbana, institución que arriba a sus 25 años de actividades ininterrumpidas impulsando la cultura del país.

La balsa malograda me sirvió para dar mi versión del exilio, del destierro, para tratar de entender ese mapa común que habitamos quienes nos fuimos, quienes se quedaron, quienes pueden volver, y quienes no pudieron salir”, señala Soto sobre este libro, “resultado de búsquedas previas donde las imágenes prevalecen sobre la historia. Una búsqueda que solo era posible a través de imágenes, de un ritmo y de un vértigo especial propio de la poesía, aunque sí hay en estos poemas un pulso narrativo que los encadena”.

“El libro tiene dos partes, separadas por varios años de distancia”, afirma el joven escritor que en 2013 salió de Venezuela rumbo a Irlanda, y luego de una estancia de una década en México, desde el año pasado se encuentra radicado en Estados Unidos, donde ejerce como editor y profesor de escritura creativa y lengua española.

“Desde que salí de Venezuela –relata-, no había vuelto hasta una breve visita, en 2022. Estuve un par de semanas. Entramos por la frontera terrestre, por las trochas, porque aún estaba cerrada la frontera con Colombia. Durante ese viaje surgió el Cuaderno de vuelta, esa mitad y complemento inesperado (aunque sí intuido, del libro anterior). Entonces el libro se compone de esas dos caras de la moneda. No podía ya separarlos: la ida y la vuelta es el mismo viaje. En la versión final del poemario los cuadernos están invertidos, primero la vuelta (que no fue completa) y luego la ida (que no termina de acabar)”.

“En La balsa malograda lo que hay de personal es también colectivo”, continúa. “Esa sensación de que independientemente de las circunstancias particulares de nuestras marchas, nos reconocemos en una misma experiencia. Estuve una corta temporada en Irlanda, una muy larga temporada en México y apenas llevo poco más de un par de meses viviendo en Estados Unidos. Unos anidan en el primer lugar al que llegan, otros se mueven como aves migratorias con la brújula descompuesta, buscando ese lugar que no existe porque lo dejamos atrás”.

Su obra literaria, orientada hasta ahora a la narrativa, incluye la colección de relatos Perdidos en Frog (2013), las novelas La máscara de cuero (2016) y El caso Boeuf (2016) y, más recientemente, los libros Nine Stray Shots (2023) y Finisterre (2024). Una producción que le ha deparados varios premios de prestigio, como el de la 64ª edición del Concurso Anual de Cuentos El Nacional, el primer premio del VII Concurso Nacional de Cuentos de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela, Sacven, y el XXIII Certamen Literario Juana Santacruz, en México.

“Es cierto que hasta ahora he publicado solamente libros de narrativa, pero eso no quiere decir que no haya explorado otros géneros, sobre todo en los puntos donde se cruzan, que es allí donde más me interesa jugar. No creo en los géneros puros, ni en las páginas perfectas. No me gusta para nada el encasillamiento. Hay mucho de artificial en pensar que alguien que dedica gran parte de su tiempo a escribir es solamente poeta, cuentista, dramaturgo, novelista. Incluso definirse exclusivamente como escritor tiene algo de trampa. Creo que hay que escribir más allá de los géneros”.

“Los géneros cambian –añade-, van y vienen, se transforman. Lo maravilloso de este concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana es que abre la puerta a esa idea: la literatura como espacio del pensamiento y de la imaginación más allá de las normas y etiquetas de los géneros, una invitación a celebrar lo híbrido, lo inesperado. Uno es más feliz cuando escribe sin los protocolos de las convenciones”.

A este tema, justamente, dedica su novela Finesterre, publicada recientemente en México: “Justo entraña una parodia contra los géneros, contra lo que debe ser un libro, lo que debe esperarse de él, contra el mismo hecho de contar y de leer. En cuanto a tono, registro y espíritu, es un libro opuesto a La balsa malograda, pero ambos hablan sobre el mismo tema: el exilio permanente, la patria que se disuelve como un mito lejano, la imposibilidad de salir realmente y también la imposibilidad de realmente volver”.

Desde esa experiencia, “la tragedia venezolana es doble”, sostiene. “Primero por lo que implica en sí, la devastación, los desplazados, los silenciados, los arruinados, y también porque sus dimensiones colosales a veces la hacen increíble para los ojos ajenos. Nuestra tragedia es no solo lo vivido, sino también la falta de empatía de quienes dudan, de quienes le hacen el juego a silenciarla o a maquillar sus causas para que no haga cortocircuito con sus ideologías”.
@weykapu




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