Javier Level: “Retrato el momento que estamos viviendo como humanidad”
El escultor caraqueño, premiado recientemente en el 65° Salón de Arte "Arturo Michelena", no cesa de trabajar, antes en Turgua, ahora en Caracas
Las esculturas realizadas por Javier Level (Caracas, 1960) durante 47 años de sostenido trabajo artístico poseen un carácter agónico. La mayoría de sus bustos representan a personajes en pleno tránsito de la vida a la muerte, y por ello están estrechamente vinculados a la tierra, a lo telúrico, pero también al inframundo, como si esas criaturas esculpidas en madera, piedra o en cerámica fueran arrastradas del plano de los vivos al de los muertos, evidenciando en sus gestos, salvajes, animalizados, la lucha encarnizada por mantenerse en el lugar del que son arrancados. Gritan, forcejean, pelean, están fuera de sí, pero su destino se presiente insoslayable.
Recientemente, Level fue galardonado con el Premio “Andrés Pérez Mujica” del 65° Salón de Arte “Arturo Michelena”, en Valencia. La obra por la que fue distinguido la tituló El ocaso de un beso: 3 visiones sobre Poleo, que forma parte del trabajo que el artista viene desarrollando desde 2022. “He venido trabajando varios grupos de piezas partiendo de artistas venezolanos con los que de algún modo he sentido cierta afinidad estética, por eso elijo obras específicas y momentos específicos de esos artistas. Es un trabajo bien intimista donde en cada caso he intentado indagar, investigar, sentir el hacer de ese artista que tomo y desde allí hacer una lectura personal e íntima”, explica.
Hasta el presente ha reinterpretado la obra más objetual de Jesús Soto: la serie de ensamblajes realizados en madera y metal reciclado conocida como Leños viejos (1960-1962); la de Mario Abreu a partir de Yo Mario, el Salta Planetas, y la de Héctor Poleo, El ocaso (1949), con la que participó en el salón de arte carabobeño. “Fíjate que de esta obra de Poleo me ha interesado ese drama, esa soledad, esa melancolía que la obra refleja, propia de la época de postguerra y, de manera especial, me intereso la máscara que siempre esconde las realidades. Esta pintura de Poleo siempre la he sentido como una propuesta escultórica donde todo se sostiene por pequeñas varillas”, comenta Level, quien agrega que esta línea de investigación, “personal e íntima”, sigue en desarrollo. En su lista figuran Armando Reverón, Juan Félix Sánchez, Miguel von Dangel, Marta Cabrujas, “y de seguro muchos más”.

Recientemente, Level fue galardonado con el Premio “Andrés Pérez Mujica” del 65° Salón de Arte “Arturo Michelena”, en Valencia. La obra por la que fue distinguido la tituló El ocaso de un beso: 3 visiones sobre Poleo, que forma parte del trabajo que el artista viene desarrollando desde 2022. “He venido trabajando varios grupos de piezas partiendo de artistas venezolanos con los que de algún modo he sentido cierta afinidad estética, por eso elijo obras específicas y momentos específicos de esos artistas. Es un trabajo bien intimista donde en cada caso he intentado indagar, investigar, sentir el hacer de ese artista que tomo y desde allí hacer una lectura personal e íntima”, explica.
Hasta el presente ha reinterpretado la obra más objetual de Jesús Soto: la serie de ensamblajes realizados en madera y metal reciclado conocida como Leños viejos (1960-1962); la de Mario Abreu a partir de Yo Mario, el Salta Planetas, y la de Héctor Poleo, El ocaso (1949), con la que participó en el salón de arte carabobeño. “Fíjate que de esta obra de Poleo me ha interesado ese drama, esa soledad, esa melancolía que la obra refleja, propia de la época de postguerra y, de manera especial, me intereso la máscara que siempre esconde las realidades. Esta pintura de Poleo siempre la he sentido como una propuesta escultórica donde todo se sostiene por pequeñas varillas”, comenta Level, quien agrega que esta línea de investigación, “personal e íntima”, sigue en desarrollo. En su lista figuran Armando Reverón, Juan Félix Sánchez, Miguel von Dangel, Marta Cabrujas, “y de seguro muchos más”.

El artista participó en el Salón Michelena con una escultura derivada de un óleo Héctor Poleo (CORTESÍA JAVIER LEVEL)
-¿Por qué decidió participar en el Salón Michelena? ¿Cómo describiría la experiencia de su participación?
-En el estado Carabobo, por circunstancias de la vida, he tenido vínculos. Por una parte, el pintor Antonio Herrera Toro (Valencia 1857 – Caracas 1914) es mi tío bisabuelo; es decir, una hermana del pintor (María de la Concepción Herrera Toro) fue la mamá de mi abuela paterna (Esperanza Herrera Herrera). Mi abuelo paterno (Andrés Olimpo Level de Goda Ramírez) vivió buena parte de su vida, hasta su deceso, en Valencia por lo que era común visitar con frecuencia la ciudad. Hoy día, aún tengo mucha familia Level en Valencia.
“Por otra parte -prosigue-, tengo allá tres obras públicas: una en el Museo ‘Andrés Pérez Mujica’, otra obra en la Universidad de Carabobo y la tercera en el Centro de Desarrollo Deportivo de Empresas Polar, en San Joaquín”.
-Creo que los espacios expositivos y los salones que pudieran reactivarse en el país hay que tomarlos sin ningún tipo de pudor porque son espacios que nos pertenecen a todos los venezolanos, y como artista me he sentido en libertad de participar, en conciencia que entre todos podemos contribuir a que estos eventos tengan el nivel de referentes de lo que está ocurriendo en una parte del arte nacional actual. La iniciativa de dar unos premios que de algún modo representen algún tipo de solución para nosotros los creadores, sin duda, es un incentivo, agrega el escultor y orfebre.
-Después de un trabajo artístico sostenido desde los años 70, ¿ha cambiado su relación con la escultura?, ¿Qué es para usted esta disciplina del arte?
-Creo que con el tiempo cada vez importa menos lo que los otros piensen de mi trabajo y cada vez me importa más mi relación íntima con mi obra y mi sentir. Cada época ha tenido que ver con mi relación con los materiales con los que trabajo. En el inicio, la talla en madera era lo fundamental, luego descubrí el vaciado en piedra artificial e inicie el proceso de incorporar diversos elementos, especies de collages escultóricos, ensamblajes, después experimenté con la resina bajo la misma premisa del ensamblaje, y más recientemente me valgo de la técnica de la cerámica, manteniendo el ensamblaje y la conjunción de materiales y técnicas para continuar en el trabajo creador desde mi sentir, disfrutando cada parte del proceso.
Y sentencia: “Para mí la escultura es la forma visual de relacionarme con todo mi mundo interno y externo”.
-¿Cómo es el mundo que Javier Level esculpe?
-Te cuento una anécdota, una vez en una sesión de regresiones con Amparo Bretaña, ella me dijo que mi misión en esta vida era enseñarle a la humanidad la belleza del inframundo; en su momento no lo comprendí pero con el tiempo se me ha revelado como una constante en mi obra. Y sin duda, el barroco latinoamericano, así como el sincretismo, han nutrido mi propuesta escultórica. Otra constante en mi trabajo ha sido desarrollar series de temas específicos. La selección de los temas prácticamente es natural, intuitiva, diría que hasta casual. Al final de cuentas, retrato el momento que estamos viviendo como humanidad, no solo mi sentir, sino el sentir de muchos. Me alimento de cosas y situaciones cotidianas, ordinarias y extraordinarias.
@juanchi62
-¿Por qué decidió participar en el Salón Michelena? ¿Cómo describiría la experiencia de su participación?
-En el estado Carabobo, por circunstancias de la vida, he tenido vínculos. Por una parte, el pintor Antonio Herrera Toro (Valencia 1857 – Caracas 1914) es mi tío bisabuelo; es decir, una hermana del pintor (María de la Concepción Herrera Toro) fue la mamá de mi abuela paterna (Esperanza Herrera Herrera). Mi abuelo paterno (Andrés Olimpo Level de Goda Ramírez) vivió buena parte de su vida, hasta su deceso, en Valencia por lo que era común visitar con frecuencia la ciudad. Hoy día, aún tengo mucha familia Level en Valencia.
“Por otra parte -prosigue-, tengo allá tres obras públicas: una en el Museo ‘Andrés Pérez Mujica’, otra obra en la Universidad de Carabobo y la tercera en el Centro de Desarrollo Deportivo de Empresas Polar, en San Joaquín”.
-Creo que los espacios expositivos y los salones que pudieran reactivarse en el país hay que tomarlos sin ningún tipo de pudor porque son espacios que nos pertenecen a todos los venezolanos, y como artista me he sentido en libertad de participar, en conciencia que entre todos podemos contribuir a que estos eventos tengan el nivel de referentes de lo que está ocurriendo en una parte del arte nacional actual. La iniciativa de dar unos premios que de algún modo representen algún tipo de solución para nosotros los creadores, sin duda, es un incentivo, agrega el escultor y orfebre.
-Después de un trabajo artístico sostenido desde los años 70, ¿ha cambiado su relación con la escultura?, ¿Qué es para usted esta disciplina del arte?
-Creo que con el tiempo cada vez importa menos lo que los otros piensen de mi trabajo y cada vez me importa más mi relación íntima con mi obra y mi sentir. Cada época ha tenido que ver con mi relación con los materiales con los que trabajo. En el inicio, la talla en madera era lo fundamental, luego descubrí el vaciado en piedra artificial e inicie el proceso de incorporar diversos elementos, especies de collages escultóricos, ensamblajes, después experimenté con la resina bajo la misma premisa del ensamblaje, y más recientemente me valgo de la técnica de la cerámica, manteniendo el ensamblaje y la conjunción de materiales y técnicas para continuar en el trabajo creador desde mi sentir, disfrutando cada parte del proceso.
Y sentencia: “Para mí la escultura es la forma visual de relacionarme con todo mi mundo interno y externo”.
-¿Cómo es el mundo que Javier Level esculpe?
-Te cuento una anécdota, una vez en una sesión de regresiones con Amparo Bretaña, ella me dijo que mi misión en esta vida era enseñarle a la humanidad la belleza del inframundo; en su momento no lo comprendí pero con el tiempo se me ha revelado como una constante en mi obra. Y sin duda, el barroco latinoamericano, así como el sincretismo, han nutrido mi propuesta escultórica. Otra constante en mi trabajo ha sido desarrollar series de temas específicos. La selección de los temas prácticamente es natural, intuitiva, diría que hasta casual. Al final de cuentas, retrato el momento que estamos viviendo como humanidad, no solo mi sentir, sino el sentir de muchos. Me alimento de cosas y situaciones cotidianas, ordinarias y extraordinarias.
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