A CONTROL REMOTO
Daniela Alvarado fue Hamlet y cautivó
El espectáculo teatral presentado en la sala Ríos Reyna del TTC tuvo su cumbre en la actuación de su protagonista
Digámoslo de entrada: lo más atrayente del espectáculo teatral Hamlet: la experiencia, escenificado el pasado fin de semana en la Sala Ríos Reyna del Teresa Carreño, fue la impresionante interpretación de su protagonista, Daniela Alvarado. Nos dejó literalmente cautivados por su muy notable buen hacer, al asumir, con solvencia y prácticamente sin fisuras, uno de los roles más exigentes y complejos del teatro universal. El reto fue por partida doble, por cuanto, siendo un papel para un hombre, supo encarnarlo desde su perspectiva femenina en términos de excelencia. Cada vez que salía a escena no podíamos quitarle los ojos de encima. Su desenvolvimiento era como una fuerza de la naturaleza que gravitaba con tal contundencia sobre lo que la rodeaba, que cada aparición suya era sencillamente apabullante. Para decirlo en términos más coloquiales: no dejaba lugar para más nadie.
En cuanto a esta muy particular adaptación de una de las obras capitales de William Shakespeare, a cargo de José Manuel Suárez, hay que decir que tuvo más altos que bajos y coloca a este joven actor en un promisor camino a emprender como director. Su arriesgada propuesta de colocar veinticinco actrices de diferentes generaciones interpretando todos los personajes de una pieza predominantemente de hombres, no era una tarea fácil. Era inevitable el desbalance histriónico, que a favor de las más veteranas se inclinó por Elba Escobar, como el rey Claudio (nunca suele quedar mal en ningún elenco donde figure), Nohely Arteaga, como Gertrudis y Carmen Julia Álvarez, en el papel de un Polonio teñido de un humor conscientemente exagerado para matizar el drama.
Hubo también quienes felizmente cumplieron con su cometido, mientras otras lo hicieron más discretamente. La que definitivamente deslució fue Grecia Augusta Rodríguez, quien no pudo con el rol de Ofelia, que la sobrepasó. Y no solamente en su deficiente desempeño histriónico, sino también como desafinada vocalista de los tres únicos temas cantados del montaje.
Otro elemento a destacar de Hamlet: la experiencia fue su imaginativa puesta en escena, en la cual bailarines, coros, orquesta e iluminación se conjugaron para hacer un show seductoramente atractivo. Aquí, además de la mano de José Manuel Suárez, se nota la de Claudia Salazar como productora general, quien a través de su empresa, Clas Produccciones, ha presentado varios de los musicales más brillantes realizados en nuestro país, entre ellos La novicia rebelde, Piaf, voz y delirio y muy especialmente Los Miserables. En cada detalle de esta puesta se nota su impronta, cuyo denominador común es la excelencia, la misma que le imprimió a esta singular recreación de Hamlet, convirtiéndolo en otro logro de su fecundo y brillante récord profesional, lo cual no es decir poco.
Los buenos resultados que en líneas generales tuvo este espectáculo, son producto de un equipo que trabajó con dignidad, rigurosidad y profesionalismo, ingredientes que son cada vez más necesarios en los tiempos que vivimos para hacer de Venezuela el país que deseamos.
@aquilinojmata
En cuanto a esta muy particular adaptación de una de las obras capitales de William Shakespeare, a cargo de José Manuel Suárez, hay que decir que tuvo más altos que bajos y coloca a este joven actor en un promisor camino a emprender como director. Su arriesgada propuesta de colocar veinticinco actrices de diferentes generaciones interpretando todos los personajes de una pieza predominantemente de hombres, no era una tarea fácil. Era inevitable el desbalance histriónico, que a favor de las más veteranas se inclinó por Elba Escobar, como el rey Claudio (nunca suele quedar mal en ningún elenco donde figure), Nohely Arteaga, como Gertrudis y Carmen Julia Álvarez, en el papel de un Polonio teñido de un humor conscientemente exagerado para matizar el drama.
Hubo también quienes felizmente cumplieron con su cometido, mientras otras lo hicieron más discretamente. La que definitivamente deslució fue Grecia Augusta Rodríguez, quien no pudo con el rol de Ofelia, que la sobrepasó. Y no solamente en su deficiente desempeño histriónico, sino también como desafinada vocalista de los tres únicos temas cantados del montaje.
Otro elemento a destacar de Hamlet: la experiencia fue su imaginativa puesta en escena, en la cual bailarines, coros, orquesta e iluminación se conjugaron para hacer un show seductoramente atractivo. Aquí, además de la mano de José Manuel Suárez, se nota la de Claudia Salazar como productora general, quien a través de su empresa, Clas Produccciones, ha presentado varios de los musicales más brillantes realizados en nuestro país, entre ellos La novicia rebelde, Piaf, voz y delirio y muy especialmente Los Miserables. En cada detalle de esta puesta se nota su impronta, cuyo denominador común es la excelencia, la misma que le imprimió a esta singular recreación de Hamlet, convirtiéndolo en otro logro de su fecundo y brillante récord profesional, lo cual no es decir poco.
Los buenos resultados que en líneas generales tuvo este espectáculo, son producto de un equipo que trabajó con dignidad, rigurosidad y profesionalismo, ingredientes que son cada vez más necesarios en los tiempos que vivimos para hacer de Venezuela el país que deseamos.
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