Ponerse de acuerdo
Ponerse de acuerdo es la única opción ante los desacuerdos, sean de alcance interpersonal, institucional, nacional o internacional. Ante la pregunta de cuándo, la respuesta es en el momento oportuno
Ponerse de acuerdo para la solución de conflictos, requiere procesos de negociación orientados a lograr resultados que satisfagan aspiraciones fundamentales de las partes y en caso de no ser posible, puede intervenir un tercero que actúe como mediador o facilitador.
El mejor instrumento para lograr acuerdos es la palabra, es el diálogo respetuoso y tolerante que busque solventar las diferencias para llegar a fórmulas de mutua conveniencia. Hay conflictos que pasan de generación a generación, con ciclos de paz y violencia, algunos se resuelven precedidos de violencia y otros que logran resolverse con el diálogo. Hay ejemplos históricos en los cuales se pactan treguas para poder conversar. Hace 199 años Simón Bolívar y Pablo Morillo en representación de la Gran Colombia y el Reino de España respectivamente, firmaron en noviembre de 1820 el tratado de armisticio y regularización de la guerra, el primero de corta duración y el segundo respetado hasta el final de la guerra de independencia. Ambos bandos, aún después de casi ocho años de guerra a muerte, decidieron hacer una pausa para conversar y establecer reglas de mutua conveniencia. Sin pretender analizar el hecho, sino con intención de citar un ejemplo que muestra la conveniencia que vieron ambas partes de decidir que a veces, aun en una confrontación, incluso en medio de una lucha armada, es necesario usar la palabra para buscar acuerdos. No toda conversación o diálogo llega a un acuerdo, pero todo acuerdo generalmente es precedido de una negociación que puede iniciar con conversaciones preliminares de acercamientos informales.
No es saludable para el clima organizacional o nacional, la satanización de acercamientos que evolucionen a diálogos que puedan conducir a negociaciones formales y acuerdos. No es conveniente que estrategias dilatorias y manipulaciones devalúen estos intentos conciliatorios. Un parámetro que califica a un líder como positivo es su capacidad de negociar y conciliar diferencias.
Los delfines tienen conductas que pueden servirnos como ejemplo de comunicación y ponerse de acuerdo para lograr objetivos comunes, superando a otras especies por el mismo alimento: las sardinas, las cuales son rodeadas por los delfines y progresivamente comunicándose y trabajando en forma articulada logran que las sardinas se muevan en grandes masas hacia la superficie y sean presa fácil para el banquete de los delfines y otros depredadores. El factor fundamental es la actividad “inteligente” de los delfines que se comunican y se ponen de acuerdo. Los delfines nos dan un ejemplo.
Hace dos mil años en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, ante las discordias entre sus habitantes les dijo: “Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que vivan en perfecta armonía de pensamiento y opinión”.
Ponerse de acuerdo es la única opción ante los desacuerdos, sean de alcance interpersonal, institucional, nacional o internacional. Ante la pregunta de cuándo, la respuesta es en el momento oportuno, si el daño es importante, debe buscarse el acuerdo lo más rápido posible; ante la pregunta de cómo, la respuesta es con el mínimo daño y el máximo beneficio para todos: ante la pregunta de quiénes participan en el acuerdo, la respuesta es todos los implicados, si es interpersonal participan los involucrados y si afecta a las instituciones o al país, la respuesta es que los líderes ejercen un rol fundamental y los acuerdos deben ser expresión del deseo de las mayorías. Ponerse de acuerdo en estos tiempos difíciles es tarea de todos.
ascardio.coordinacion@gmail.com
El mejor instrumento para lograr acuerdos es la palabra, es el diálogo respetuoso y tolerante que busque solventar las diferencias para llegar a fórmulas de mutua conveniencia. Hay conflictos que pasan de generación a generación, con ciclos de paz y violencia, algunos se resuelven precedidos de violencia y otros que logran resolverse con el diálogo. Hay ejemplos históricos en los cuales se pactan treguas para poder conversar. Hace 199 años Simón Bolívar y Pablo Morillo en representación de la Gran Colombia y el Reino de España respectivamente, firmaron en noviembre de 1820 el tratado de armisticio y regularización de la guerra, el primero de corta duración y el segundo respetado hasta el final de la guerra de independencia. Ambos bandos, aún después de casi ocho años de guerra a muerte, decidieron hacer una pausa para conversar y establecer reglas de mutua conveniencia. Sin pretender analizar el hecho, sino con intención de citar un ejemplo que muestra la conveniencia que vieron ambas partes de decidir que a veces, aun en una confrontación, incluso en medio de una lucha armada, es necesario usar la palabra para buscar acuerdos. No toda conversación o diálogo llega a un acuerdo, pero todo acuerdo generalmente es precedido de una negociación que puede iniciar con conversaciones preliminares de acercamientos informales.
No es saludable para el clima organizacional o nacional, la satanización de acercamientos que evolucionen a diálogos que puedan conducir a negociaciones formales y acuerdos. No es conveniente que estrategias dilatorias y manipulaciones devalúen estos intentos conciliatorios. Un parámetro que califica a un líder como positivo es su capacidad de negociar y conciliar diferencias.
Los delfines tienen conductas que pueden servirnos como ejemplo de comunicación y ponerse de acuerdo para lograr objetivos comunes, superando a otras especies por el mismo alimento: las sardinas, las cuales son rodeadas por los delfines y progresivamente comunicándose y trabajando en forma articulada logran que las sardinas se muevan en grandes masas hacia la superficie y sean presa fácil para el banquete de los delfines y otros depredadores. El factor fundamental es la actividad “inteligente” de los delfines que se comunican y se ponen de acuerdo. Los delfines nos dan un ejemplo.
Hace dos mil años en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, ante las discordias entre sus habitantes les dijo: “Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que vivan en perfecta armonía de pensamiento y opinión”.
Ponerse de acuerdo es la única opción ante los desacuerdos, sean de alcance interpersonal, institucional, nacional o internacional. Ante la pregunta de cuándo, la respuesta es en el momento oportuno, si el daño es importante, debe buscarse el acuerdo lo más rápido posible; ante la pregunta de cómo, la respuesta es con el mínimo daño y el máximo beneficio para todos: ante la pregunta de quiénes participan en el acuerdo, la respuesta es todos los implicados, si es interpersonal participan los involucrados y si afecta a las instituciones o al país, la respuesta es que los líderes ejercen un rol fundamental y los acuerdos deben ser expresión del deseo de las mayorías. Ponerse de acuerdo en estos tiempos difíciles es tarea de todos.
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