Espacio publicitario

Despojarse de protagonismos

No es secreto que la política es una lucha por el poder, pero con el fin de hacer mejor a la sociedad. Y a esto último se debería de aspirar, sin agregarle condiciones

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

23/06/2019 05:00 am

La política es negociación y entendimiento. Al menos la política en democracia, el sistema político preferido por la mayor parte del mundo occidental. Sin ese entendimiento, la democracia no florece. Y, si ella no lo hace, las libertades individuales se limitan y la economía también. Ya que la libertad, en el ámbito político y económico, ha demostrado ser el mejor ingrediente para la prosperidad de cualquier país. 

Los tiempos cambian y la democracia evoluciona y se adapta a ellos. Gobernar solo parece estar convirtiéndose en una rareza, mientras que el pacto político se ha hecho mucho más habitual; al menos en muchos países de Europa. España es el caso más reciente, más no el único. También ocurre en Italia, en donde el mosaico de tendencias es tan grande que los pactos de gobernabilidad se han hecho necesarios para conformar gobierno. De hecho, desde Silvio Berlusconi, el país se ha sumido en una tremenda inestabilidad, llegando a tener 42 Primer Ministros y 66 gobiernos después de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, si sacásemos una media, cada uno habría gobernado menos de dos años. Muy por debajo de los períodos presidenciales en cualquier otra democracia. 

El sistema italiano de postguerra, expresado en la Constitución de 1948, hace necesaria la negociación política para evitar otro auge autoritario en el Ejecutivo. No obstante, en un país en donde los políticos cambian de partido como si se tratase de una corbata (en criollo lo llamaríamos “salto de talanquera”) los pactos se conforman sobre un suelo inestable. ¿Es perfecto el sistema? No. ¿Es malo? Sin duda es mejor que el fascismo de Mussolini.

Por su parte, el caso español se trata de una democracia más estable que la italiana. No obstante, se evidencia con la victoria de Pedro Sánchez y la de Ada Colau (Alcaldesa de Barcelona) que las mayorías absolutas dejaron de existir. En el primer caso, Sánchez, ha sido un gran estratega político. Se ha entendido con muchos y no le ha cerrado la puerta a nadie. Muchas cosas se le podrán reclamar, no siendo una de ellas su incansable búsqueda por el diálogo y entendimiento de los españoles. Tomó las riendas del país bajo la crisis del procés catalán. Y, si bien fue Mariano Rajoy el encargado de hacer el trabajo sucio (apaciguarlo), ha sido Sánchez el responsable de terminar de apagar el incendio y evitar otra ignición. 

El caso de Colau
En el ámbito local, el caso de Colau no deja de ser menos interesante. La alcaldesa de Barcelona tuvo que luchar contra las fuerzas independentistas y pactar con todo el resto para lograr su reelección. En este caso, una mención especial se le tiene que dar a Manuel Valls (exprimer Ministro de Francia y aspirante a la alcaldía catalana) quien ofreció “gratis” sus votos para evitar que el independentismo llegara a Barcelona. Aquí, no busco entrar en preferencias políticas, el reconocimiento a Valls es pertinente en un mundo en donde todos quieren ganar algo a cambio. En contraste con Valls, que renunciando a cualquier aspiración personal, tomó una decisión, la cual le costó que el partido que lo apoyaba (Ciudadanos) le quitara los respaldos.

Lamentablemente, si bien la democracia es sana para la política, la política no siempre lo es para la democracia. Ella, puede fácilmente depravarse, llegando a sospechar de los pocos actos nobles que algunos aún quieren enarbolar. Ahora Valls está bajo la mira, lo atacan tanto sus enemigos como quienes llegaron a ser sus aliados. Pero él sigue en Barcelona y continuará siendo oposición a Colau, desde su cargo de Concejal. Además, ejerce también un papel frontal contra Ciudadanos, que en su momento se consideraba un partido moderado y europeísta, y que últimamente se ha visto pactar con VOX (radicales euroescépticos). 

El mundo de la política necesita más acciones como la de Valls para poder balancearse. No es secreto que la política es una lucha por el poder, pero con el fin de hacer mejor a la sociedad. Y a esto último se debería de aspirar, sin agregarle condiciones y sabiéndonos despojar de protagonismos cuando sea necesario. 

@NelsonTRangel 

www.netrangel.com 

nelsontrangel@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario