Economía positiva, un concepto clave en materia económica
La economía positiva se basa en hechos, en lo que es (y no en lo que debería ser), utilizando enunciados descriptivos para referirse al estado de las cosas y evaluando sus posibles causas para ofrecer una explicación anclada en lo real
Pese a lo que podría parecer a simple vista, y como muchos ya imaginarán, la expresión economía positiva no alude a un tipo de economía con carácter optimista o positivo; aunque el término es frecuentemente usado en un sentido semejante (en contextos cotidianos y por personas con escasos conocimientos económicos, principalmente), el «optimismo» o la «positividad» en economía, como en cualquier otra rama científica, solo es atribuible (o no) a quienes la practican, pero en ningún modo a la ciencia en sí.
Aclarado este punto y para ofrecer una definición aproximada de economía positiva que entendamos todos, es necesario aludir a lo que en ocasiones se ha presentado como su antagonista, la economía normativa. Y aunque a veces sea así, es decir, que entren en conflicto las apreciaciones y los enunciados formulados desde la posición normativa con los de la positiva, ambos son aspectos complementarios, ramas de la ciencia o teoría económica que en infinidad de ocasiones se refuerzan entre sí.
Economía normativa y economía positiva. Como decíamos, es más sencillo entender el concepto de economía positiva si se expone en relación con el de economía normativa. Y atentos, porque la distinción entre ambos conceptos trasciende la materia meramente económica, arraigando en el campo filosófico.
Las diferencias entre economía normativa y economía positiva son una formulación, en el terreno económico, del antiguo problema filosófico del «ser» y el «deber ser», entre normatividad y descriptividad, facetas enfrentadas durante siglos por lograr hacerse con la hegemonía en la definición de ciencia.
El conflicto se podría resumir en una pregunta sobre los enunciados científicos del tipo siguiente: estos enunciados, ¿deben hablar sobre cómo son las cosas, o sobre cómo deberían ser? Es decir, se cuestiona si, para que una proposición (el contenido de un enunciado, de una frase que nos aporta un cierto conocimiento sobre el mundo) sea considerada propia del lenguaje científico, debe ser normativa enunciar lo que se supone que debería ser, ocurrir, acontecer según unas determinadas leyes o normas, o descriptiva enunciar lo que realmente sucede y sus posibles causas.
Volviendo al terreno económico, la economía normativa ejerce un papel de suma importancia en la confección de teorías económicas; sus enunciados establecen lo que debería ocurrir, qué debe acontecer (o lo que es lo mismo, cómo debería ser el mundo) para alcanzar determinados hitos. Claro que la economía normativa, por su misma naturaleza, adolece a menudo de un distanciamiento de lo real que la incapacita para analizar determinados hechos y escenarios.
En cambio, la economía positiva se basa en hechos, en lo que es (y no en lo que debería ser), utilizando enunciados descriptivos para referirse al estado de las cosas y evaluando sus posibles causas para ofrecer una explicación anclada en lo real.
La economía positiva y las teorías económicas en las que participa pretenden, en última instancia, analizar el comportamiento económico más que orientarlo, como sería el objeto de la economía normativa. No cabe duda de que ambas, como decíamos, chocan a menudo entre sí, pero también es evidente el rol de complementariedad que juegan la una con la otra, tanto a escala macroeconómica como a nivel microeconómico, a pequeña escala, aplicable tanto al análisis del estado económico y financiero de cualquier compañía (economía positiva), como a su planificación estratégica, describiendo lo que debería suceder y qué es necesario para que suceda con las vistas puestas en el horizonte futuro de la organización (economía normativa).
Eccio Leon
@el54r
Aclarado este punto y para ofrecer una definición aproximada de economía positiva que entendamos todos, es necesario aludir a lo que en ocasiones se ha presentado como su antagonista, la economía normativa. Y aunque a veces sea así, es decir, que entren en conflicto las apreciaciones y los enunciados formulados desde la posición normativa con los de la positiva, ambos son aspectos complementarios, ramas de la ciencia o teoría económica que en infinidad de ocasiones se refuerzan entre sí.
Economía normativa y economía positiva. Como decíamos, es más sencillo entender el concepto de economía positiva si se expone en relación con el de economía normativa. Y atentos, porque la distinción entre ambos conceptos trasciende la materia meramente económica, arraigando en el campo filosófico.
Las diferencias entre economía normativa y economía positiva son una formulación, en el terreno económico, del antiguo problema filosófico del «ser» y el «deber ser», entre normatividad y descriptividad, facetas enfrentadas durante siglos por lograr hacerse con la hegemonía en la definición de ciencia.
El conflicto se podría resumir en una pregunta sobre los enunciados científicos del tipo siguiente: estos enunciados, ¿deben hablar sobre cómo son las cosas, o sobre cómo deberían ser? Es decir, se cuestiona si, para que una proposición (el contenido de un enunciado, de una frase que nos aporta un cierto conocimiento sobre el mundo) sea considerada propia del lenguaje científico, debe ser normativa enunciar lo que se supone que debería ser, ocurrir, acontecer según unas determinadas leyes o normas, o descriptiva enunciar lo que realmente sucede y sus posibles causas.
Volviendo al terreno económico, la economía normativa ejerce un papel de suma importancia en la confección de teorías económicas; sus enunciados establecen lo que debería ocurrir, qué debe acontecer (o lo que es lo mismo, cómo debería ser el mundo) para alcanzar determinados hitos. Claro que la economía normativa, por su misma naturaleza, adolece a menudo de un distanciamiento de lo real que la incapacita para analizar determinados hechos y escenarios.
En cambio, la economía positiva se basa en hechos, en lo que es (y no en lo que debería ser), utilizando enunciados descriptivos para referirse al estado de las cosas y evaluando sus posibles causas para ofrecer una explicación anclada en lo real.
La economía positiva y las teorías económicas en las que participa pretenden, en última instancia, analizar el comportamiento económico más que orientarlo, como sería el objeto de la economía normativa. No cabe duda de que ambas, como decíamos, chocan a menudo entre sí, pero también es evidente el rol de complementariedad que juegan la una con la otra, tanto a escala macroeconómica como a nivel microeconómico, a pequeña escala, aplicable tanto al análisis del estado económico y financiero de cualquier compañía (economía positiva), como a su planificación estratégica, describiendo lo que debería suceder y qué es necesario para que suceda con las vistas puestas en el horizonte futuro de la organización (economía normativa).
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