Europa dice ya está fuerte a la izquierda, esa que perdió el norte hace rato abandonando sus valores de origen, una pandillita que trabajaba para llevarla a caminos de oscuridad. Esos, sí los mismos que han intentado desacreditar a voces tan importantes como Felipe González.

Al mejor estilo del lejano oeste, los mandatarios buscaban atornillarse creando pobreza y agotando las esperanzas de muchos.

La receta es abierta en un menú dirigido: apertura sin control de fronteras, transculturización silenciosa, el disfraz del calentamiento global, la toma de los entes multilaterales colando la peor gente para dirigirlas y encomendándoles torpedear los procesos de paz, el ataque a la familia y a la fe. Se ocultan los grandes problemas, convirtiendo a los victimarios en víctimas, premiándolos con posiciones autoritarias.

En España por ejemplo el partido Popular ha sacado su mejor resultado en Europa de los últimos 25 años, sin embargo, otros analizan la derrota intentando minimizarla, dicen que “los ganadores no cumplieron con sus expectativas”, la típica ecuación del idiota.

Analistas señalan que la galopante corrupción que se denuncia, una amnistía declarada por muchos como “injusta, inmoral e inconstitucional”, la intromisión dentro del poder judicial, el jugar del gobierno a su propio aire fuera de la línea europea pasan factura.

La ultra izquierda está siendo aborrecida en Europa, han decrecido, el discurso del terror ha fracasado, también el intento de hacer propio problemas del Medio Oriente, el coqueteo con grupos terroristas y las nuevas amistades no están siendo vista con buenos ojos. Europa se resiste a perder sus valores jadeos-cristianos.

Las elecciones se convierten en un voto de censura para los que gobiernan y abre la puerta para el llamado a unas elecciones generales en distintos países.

En Francia, su presidente en un acto de desesperación en vez de renunciar a su cargo llama a unas elecciones parlamentarias sin sentido, porque allí es minoría, la prensa habla de que promueve una crisis justo antes de los juegos olímpicos, lo tildan de narcisista, con complejos de Napoleón. La Francia católica ve que su calidad de vida se deteriora por la ayuda a familias numerosas de emigrantes que al parecer no aportan nada a ese país, por el contrario han llegado a imponer y exigir privilegios a costa del que paga impuestos. Alegan que es mucho más rentable ayudarlos en sus países de origen.

El dinero invertido en Europa para comprar voluntades, el manejo y la manipulación de la media no han dado resultado estos resultados y es el grito de los ciudadanos que están hasta el hartazgo de un estilo cantinflero de gobernar, Europa despierta sobre todo una población votante joven que entiende que los modelos populistas sólo enriquecen a los que gobiernan y a su entorno.

Ojala que no sea tarde y que las manos que mecen la cuna tengan un “poquito de por favor”, de lo contrario la mayoría pacífica y silente, la clase media pensante, será la que encienda a Europa de cabo a rabo.

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