En ocasiones asociamos el destino como un hecho inexorable. Sin embargo, lo cierto es que lo que ocurre forma parte del devenir cotidiano y, de nuestro actuar proviene el resultado de nuestras acciones.
No hay una predestinación o un final dictado sobre nuestras vidas o sobre los pueblos y naciones. El resultado de nuestra historia personal o colectiva es fruto de nuestras acciones en el devenir cotidiano.
No hay una predestinación o un final dictado sobre nuestras vidas o sobre los pueblos y naciones. El resultado de nuestra historia personal o colectiva es fruto de nuestras acciones en el devenir cotidiano.
Sin nuestras acciones es inútil que logremos algo en nuestra existencia. En efecto, la independencia de las naciones, por ejemplo, nos presenta la conformación de los estados modernos. Expresa Napoleón Hill que “las riquezas no responden a los deseos, sólo a planes definidos, apoyados por deseos concretos, alcanzados a través de una constante perseverancia.” De esta forma, rescatamos que, sin lugar a dudas, solamente a través de actos humanos logramos fraguarnos nuestro futuro. En el caso de las naciones ocurre igual. Las connivencias de grupos de compatriotas construyen, en un momento histórico determinado, el rumbo que las mismas deben tomar, en una determinada dirección u otra.
La independencia y los movimientos emancipadores latinoamericanos fueron uno de estos hitos; los procesos eleccionarios –en los tiempos modernos- también lo son, salvando las distancias.
Este 28 de julio de 2024, concurramos a las elecciones para emitir nuestra opinión ante tan magna consulta.
@RafaelMartinezN
@RafaelMartinezN
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones