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El chisme muere con la persona inteligente

Nuestra sociedad se ha acostumbrado peligrosamente a nutrirse del chisme, a tomar las más trascendentales decisiones prescindiendo de la verdad y dándole campo a la perturbada imaginación de quienes solo buscan hacer el mal

  • ECCIO LEÓN R.

14/02/2024 05:00 am

En Venezuela, como en otros países, el chisme es una forma de violencia, una que, por cierto, puede causar serios problemas a quienes lo padecen, y que, por lo general, suele ser sembrado por los envidiosos y esparcidos por personas poco confiables. ¿Quién no ha sido víctima de acusaciones o comentarios falsos en torno a su vida, o de la filtración secretos que reveló "íntimamente" a personas de confianza? Son chismes, pero esta respuesta es un asunto que no debe tomarse ligeramente. En algunos casos es utilizado como mecanismo de control social y discriminación.

El contenido de los chismes es tan variado como temas aborden quienes los difunden, aunque estudios han mostrado una mayor tendencia a intercambiar asuntos de apariencia física o desempeño profesional. Algunos investigadores afirman que el chisme es además un factor necesario para el buen funcionamiento de las sociedades.

Más allá de las opiniones negativas que pretenden dañar a algunas personas, el chisme puede presentarse en algunos casos como un mecanismo para compartir información privilegiada que, de otra forma, no sería posible obtener. Eso ocurre, por ejemplo, en instituciones donde no existen reglas claras de funcionamiento: la falta de comunicación interna se sustituye por las versiones contadas en pasillos. el chisme promueve un efecto triple, porque hiere al que lo dice, al que lo escucha, y a la persona que lo padece.

En otros casos, compartir datos que sólo unos cuantos pueden conocer permite crear grupos cohesionados, que incluyen en la vida de quienes les rodean. Se inserta en un mundo donde se ejerce poder. La sociedad está regida por relaciones de poder, y entonces puede ser una herramienta para aplacar o reproducir estereotipos. Es cuando se vuelve violento.

El tema, entonces, va más allá de que comentarios son bien o mal intencionados, e incluso podría decirse que en Venezuela como en otros países, escenifica un conocido refrán popular: el chisme no es como lo pintan. El chisme como instrumento de violencia ocurre en todos los niveles de las sociedades, aunque existen sectores que son particularmente vulnerables. Las víctimas del chisme pueden sufrir depresión, baja autoestima o problemas de adaptación, pero en sociedades fuertemente religiosas pueden tener consecuencias mayores.

Hablar de frente y sin rodeos debería ser una norma de comportamiento de la gente. Las soterradas maneras de imponer las ideas propias, no pueden hacerse a mansalva y sobre seguro, para luego negar una y otra vez la responsabilidad sobre los daños causados a los demás. Cuando no se está de acuerdo con una causa, el debate debe hacerse con altura y argumentos y finalmente lo que se debe imponer es la razón y la conveniencia colectiva.

Cada vez se está recurriendo más a la burda costumbre de utilizar el rumor y la manipulación de las instancias sociales y jurídicas, para generar el caos y sacar réditos de sus efectos. Se volvió moda involucrar en la controversia dañina, a actores que nada tienen que ver con ella, pero que con su sola presencia generan zozobra, ruido y notoriedad, que es lo que busca la contraparte.

Estas acciones traicioneras, propias de politiqueros y manipuladores, terminan haciéndole daños irreparables a las instituciones, sin que nadie tenga el valor de reconocer luego su responsabilidad en el encausamiento de opiniones generalizadas, que de tanto repetirse se convierten en verdades eternas.

Nuestra sociedad se ha acostumbrado peligrosamente a nutrirse del chisme, a tomar las más trascendentales decisiones prescindiendo de la verdad y dándole campo a la perturbada imaginación de quienes solo buscan hacer el mal o tener miserables argumentos en medio del diálogo social. La verdad cada vez está más extraviada, se va perdiendo por los rincones oscuros que fabrican los chismes. La mayoría de las veces nos quedamos con la versión que construye el chismoso y relegamos la certeza al olvido.

Se está destruyendo con sevicia las obras humanas a través del chisme. Y como bien se sabe, a la sevicia, nada la sacia. Poco a poco se está provocando que esta sociedad sea cada vez más inviable, descalificando o tergiversando la realidad, con la más peligrosa intención de dominar la percepción de los demás. La sabiduría popular dice que con los chismes uno se entera de cosas, que ni uno mismo sabía que había hecho. El chisme va creando una vida paralela, que, si no se frena a tiempo, termina convirtiéndose en una verdad absoluta, que no tiene origen, ni autor, pero si muchos legitimadores.

En fin, el chisme es una palabra muy usada en nuestro idioma y es el término que empleamos para referirnos a aquella murmuración o rumor que existe alrededor de alguna cuestión o una persona. Sin embargo, el chisme puede tener la intención de promover una noticia falsa con la clara misión de afectar a alguien. Incluso, la palabra hebrea traducida como chismoso en el Antiguo Testamento es definida como alguien que revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o traficante de chismorreos. 

Eccio Leon
@el54r
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