Delito masa
La viciosa costumbre —muy a la moda vigente— de simular no tener cómo dar el dinerario vuelto o cambio por los pagos en exceso recibidos, reviste más gravedad de lo que pudiera parecer “prima facie”…
Hay una práctica comercial generalizada, antipática y absolutamente ilegal: Resulta que cuando alguien se dirige a los establecimientos comerciales, como por ejemplo abastos o automercados o supermercados para el indefectible abastecimiento de víveres o bastimentos, y les paga en dólares estadounidenses —lo cual exige la mayoría— en esos lugares de inspirados no dan el cambio o el vuelto en dólares sino en bolívares y esto es un grave abuso o una seria ilegalidad. Justo es el consignar que no son todos los comerciantes, pues los hay serios y honrados; pero la mayoría, como dije antes, sí actúa de ese modo en bastantes sitios de ventas diversas.
Siempre alegan el no tener cambio o dólares al efecto, pese a ser quienes más los reciben y atesoran a diario y al por mayor. En efecto, son esos establecimientos o negocios o ventas de primera necesidad, los que más tienen dólares por la simplicísima razón de que a diario y a cado momento los reciben —a ojos vistas— de clientes que les pagan en billetes de todas las denominaciones. ¿Cómo es eso entonces? No se entiende cómo es que unos individuos que día por día reciben dinero contante y sonante, en moneda pura y dura, en dólares en efectivo o en cash —para deleite de los pitiyanquis—, siempre o casi siempre contesten —cuando están en trance de tener que dar el cambio debido al pagador— que “¡no tenemos dólares!”…
De modo que estamos en presencia de unas personas que “exigen” su pago en dólares pero que, cuando se les complace y se les da o paga con un billete en esa moneda estadounidense, en forma automática siempre dicen “no tenemos dólares” para no dar el cambio en dólares sino en bolívares.
Si se va a comprar algo cuyo precio es de dieciocho dólares por ejemplo y alegan no tener vuelto o desmejoran la calidad del vuelto (bien sea en bolívares o en dólares), la diferencia entre ese dólar y lo que el comprador pagó es del diez por ciento: Si se va a comprar, póngase por caso, algo cuyo precio es de catorce dólares y el comprador termina pagando quince, y si se saca la relación, eso vendría a ser prácticamente el diez por ciento más de aumento porque el comprador tuvo que pagar eso sin ninguna necesidad y se le obligó a un consumo innecesario.
Es frecuente que con el cuento de que no tienen cambio, den “solución” al problema ofreciéndole o al comprador otra cosa —por el valor de ese vuelto que no dieron— que no le interesaba al comprador y que se vió en la necesidad de recibir para no salir tan perjudicado: Pero así ese comprador tuvo que comprar (porque exactamente esto es lo que terminó haciendo) otra cosa que no tenía en sus planes. Otras veces no tienen bolívares ni dólares para dar el cambio —o dicen que no tienen— y dan unos caramelos o una caja de chicle o un sobre o cualquier cosa que puedan vender de esa manera forzada, puesto que el comprador no quería “comprar” eso pero era, según ellos, la única forma de darle el vuelto…
Ya en Caracas es costumbre el hacer muchos y distintos pagos en dólares estadounidenses. El pago en bolívares va siendo raro o inhabitual y progresivamente devaluado. El Gobierno permite que el dólar estadounidense sea una moneda de curso habitual y por tanto legal (“La costumbre se hace ley”) en Caracas al menos. Y en lógica consecuencia el Gobierno debe supervisar y vigilar el uso que se dé a dicha moneda extranjera, así como enfrentar el abuso correspondiente, como el caso comentado en estas líneas. Lo cual a primera vista pudiera parecer un exceso; pero si al tema se le da una mirada de hondo calado, se verá con claridad la muy grave significación de esa conducta engañosa —porque por lo general sí habría como dar el cambio o el vuelto— y la perentoriedad de que el Gobierno afronte ese proceder dañoso en extremo.
Por eso hace años he insistido en la necesidad de cambiarle la denominación a la moneda nacional, para que no tenga el mismo y supremamente glorioso nombre del Libertador. El dinero —muchas veces apostrofado como el “vil metal” — no está a la sideral altura de la nobleza y el desprendimiento de Simón Bolívar, quien nació inmensamente rico y murió inmensamente pobre…
Tal actitud —la de simular no tener cambio— y el lucro consiguiente pudiera parecer insignificante en una única relación o intercambio dinerario o comercial entre dos personas; pero cuando ese mínimo lucro se multiplica por muchos millones, ese daño es enorme, representa un gran perjuicio a la ciudadanía en general y configura un gravísimo delito masa, que vulnera el derecho de comunidades enteras. Un delito masa se da cuando los perpetradores ejecutan una pluralidad de actos generadores de una multiplicidad de infracciones criminosas, como el delito de estafa en el caso en referencia. Un muy buen ejemplo de la pérdida se tiene al ver el cambio oficial y el cambio paralelo: Son dos bolívares de diferencia por cada dólar con que perjudiquen en el vuelto o en el cambio.
El delito masa afecta el patrimonio económico de un número indeterminado de personas y su cuantía no se determina por cada una de las conductas individualmente consideradas, sino por la suma de todas las conductas o acciones delictuosas.
El delito masa se presenta cuando los sujetos activos realizan una pluralidad de actos que generan una multiplicidad de infracciones a un tipo penal, como puede ocurrir con el delito de estafa y tal es el caso analizado. Si el delito logra afectar el patrimonio económico de un número indeterminado de personas, la cuantía del mismo no se determina por cada una de las conductas individualmente consideradas sino por la suma de las mismas.
Alejandro Angulo Fontiveros
Siempre alegan el no tener cambio o dólares al efecto, pese a ser quienes más los reciben y atesoran a diario y al por mayor. En efecto, son esos establecimientos o negocios o ventas de primera necesidad, los que más tienen dólares por la simplicísima razón de que a diario y a cado momento los reciben —a ojos vistas— de clientes que les pagan en billetes de todas las denominaciones. ¿Cómo es eso entonces? No se entiende cómo es que unos individuos que día por día reciben dinero contante y sonante, en moneda pura y dura, en dólares en efectivo o en cash —para deleite de los pitiyanquis—, siempre o casi siempre contesten —cuando están en trance de tener que dar el cambio debido al pagador— que “¡no tenemos dólares!”…
De modo que estamos en presencia de unas personas que “exigen” su pago en dólares pero que, cuando se les complace y se les da o paga con un billete en esa moneda estadounidense, en forma automática siempre dicen “no tenemos dólares” para no dar el cambio en dólares sino en bolívares.
Si se va a comprar algo cuyo precio es de dieciocho dólares por ejemplo y alegan no tener vuelto o desmejoran la calidad del vuelto (bien sea en bolívares o en dólares), la diferencia entre ese dólar y lo que el comprador pagó es del diez por ciento: Si se va a comprar, póngase por caso, algo cuyo precio es de catorce dólares y el comprador termina pagando quince, y si se saca la relación, eso vendría a ser prácticamente el diez por ciento más de aumento porque el comprador tuvo que pagar eso sin ninguna necesidad y se le obligó a un consumo innecesario.
Es frecuente que con el cuento de que no tienen cambio, den “solución” al problema ofreciéndole o al comprador otra cosa —por el valor de ese vuelto que no dieron— que no le interesaba al comprador y que se vió en la necesidad de recibir para no salir tan perjudicado: Pero así ese comprador tuvo que comprar (porque exactamente esto es lo que terminó haciendo) otra cosa que no tenía en sus planes. Otras veces no tienen bolívares ni dólares para dar el cambio —o dicen que no tienen— y dan unos caramelos o una caja de chicle o un sobre o cualquier cosa que puedan vender de esa manera forzada, puesto que el comprador no quería “comprar” eso pero era, según ellos, la única forma de darle el vuelto…
Ya en Caracas es costumbre el hacer muchos y distintos pagos en dólares estadounidenses. El pago en bolívares va siendo raro o inhabitual y progresivamente devaluado. El Gobierno permite que el dólar estadounidense sea una moneda de curso habitual y por tanto legal (“La costumbre se hace ley”) en Caracas al menos. Y en lógica consecuencia el Gobierno debe supervisar y vigilar el uso que se dé a dicha moneda extranjera, así como enfrentar el abuso correspondiente, como el caso comentado en estas líneas. Lo cual a primera vista pudiera parecer un exceso; pero si al tema se le da una mirada de hondo calado, se verá con claridad la muy grave significación de esa conducta engañosa —porque por lo general sí habría como dar el cambio o el vuelto— y la perentoriedad de que el Gobierno afronte ese proceder dañoso en extremo.
Por eso hace años he insistido en la necesidad de cambiarle la denominación a la moneda nacional, para que no tenga el mismo y supremamente glorioso nombre del Libertador. El dinero —muchas veces apostrofado como el “vil metal” — no está a la sideral altura de la nobleza y el desprendimiento de Simón Bolívar, quien nació inmensamente rico y murió inmensamente pobre…
Tal actitud —la de simular no tener cambio— y el lucro consiguiente pudiera parecer insignificante en una única relación o intercambio dinerario o comercial entre dos personas; pero cuando ese mínimo lucro se multiplica por muchos millones, ese daño es enorme, representa un gran perjuicio a la ciudadanía en general y configura un gravísimo delito masa, que vulnera el derecho de comunidades enteras. Un delito masa se da cuando los perpetradores ejecutan una pluralidad de actos generadores de una multiplicidad de infracciones criminosas, como el delito de estafa en el caso en referencia. Un muy buen ejemplo de la pérdida se tiene al ver el cambio oficial y el cambio paralelo: Son dos bolívares de diferencia por cada dólar con que perjudiquen en el vuelto o en el cambio.
El delito masa afecta el patrimonio económico de un número indeterminado de personas y su cuantía no se determina por cada una de las conductas individualmente consideradas, sino por la suma de todas las conductas o acciones delictuosas.
El delito masa se presenta cuando los sujetos activos realizan una pluralidad de actos que generan una multiplicidad de infracciones a un tipo penal, como puede ocurrir con el delito de estafa y tal es el caso analizado. Si el delito logra afectar el patrimonio económico de un número indeterminado de personas, la cuantía del mismo no se determina por cada una de las conductas individualmente consideradas sino por la suma de las mismas.
Alejandro Angulo Fontiveros
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones