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El valor de la sinceridad

La sinceridad es una virtud que requiere de actitudes positivas para su crecimiento. No sólo se deben combatir las mentiras y los engaños, sino que es nuestro deber transmitir a los niños el amor a la verdad

  • ECCIO LEÓN R.

15/11/2023 05:00 am

Sinceridad significa sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento. Es un valor que caracteriza a las personas por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad. Esto que parece sencillo, a veces es lo que más trabajo cuesta. Utilizamos las «mentiras piadosas» en circunstancias que calificamos de poca importancia, donde, en apariencia, no pasa nada: como el decir que vamos en camino sin aun haber salido, que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente.

Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente, hasta que la verdad sale a flote y vienen los inconvenientes. Además, cuando decimos mentiras piadosas en nuestra casa o pedimos a un hijo que lo haga por nosotros, causamos un daño grave en la formación de la conciencia de nuestro hijo. ¿Cómo va él a defender la verdad, si es el portavoz de nuestras mentiras?

A sus ojos no existe la mal llamada mentira piadosa y, para que rechace la salida fácil de la mentira, debe observar ejemplos claros de sinceridad en sus padres. En la casa debe quedar claramente establecido un principio que todos sin excepción deben respetar: Aquí no mentimos.

La sinceridad no se limita a lo que se dice, también se le puede ver en nuestras actitudes. En estos casos, la realidad es como nos la muestra el viejo refrán que dice: Dime de qué presumes… y te diré de qué careces.

Vale la pena que dejemos claro que decir la verdad es solo una parte de la sinceridad; es requisito indispensable, además, pensar y actuar conforme a la verdad. Nuestra conducta es la mejor prueba de la sinceridad de nuestro corazón. La sinceridad implica veracidad y honestidad, verdad en la palabra, honestidad en el actuar.

Con frecuencia, para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad puede resultarle incómoda, es preciso utilizar las palabras y las expresiones correctas, ya que el primer propósito de la sinceridad debe ser siempre ayudar a esa persona, no molestarla, ni hacerla enfadar y esto es necesario para que la persona escuche y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.

A veces las verdades no se pueden soltar a bocajarro, es necesario esperar unos días, o unas semanas, cuando llegue el momento propicio. Pero lo cierto es que si tienes que romper una relación amistosa o sentimental, lo mejor es ir con la verdad por delante para no lamentarte después de las consecuencias de las mentiras amables y los silencios compasivos.

La sinceridad requiere valor, ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga, por ejemplo, se expone uno a ser mal interpretado o considerado entrometido o imprudente y, en consecuencia, ser tratado mal y que, como resultado, de momento, se rompa la amistad, pero después que esa persona reflexione en calma y aquilate sin pasiones el valor de nuestra sinceridad, nos valorará más como amigo y nos situará en un nivel más alto que donde nos tenía inicialmente.

De cualquier forma, siempre es aconsejable tomar en cuenta, antes de decir una verdad dolorosa a un amigo, que si se quiere vivir en paz con los demás, nunca se debe confundir la sinceridad con la imprudencia. Esto no solo implica decir las cosas de manera adecuada sino, también, hacerlo en el momento y lugar oportunos. Muchas cosas que pueden escucharse y aceptarse en el momento y lugar adecuados, no se toleran en un lugar y momento inoportunos.

La sinceridad es una virtud que requiere de actitudes positivas para su crecimiento. No sólo se deben combatir las mentiras y los engaños, sino que es nuestro deber transmitir a los niños el amor a la verdad. Según David Isaac, “el niño está especialmente apto para ser educado en la sinceridad a partir de los siete años, aunque claro esto puede comenzar mucho antes”.

No se trata de sermonear constantemente a nuestros hijos, sino de aprovechar cada oportunidad para influir sutilmente en el acrecentamiento de su amor a la verdad. El niño debe entender que «decir la verdad es bueno», para esto es necesario que entienda que, aunque le traiga algunos problemas, decir la verdad aumentará la confianza que los padres y amigos tienen en él.

En fin, sólo desde la sinceridad podemos conocernos y darnos a conocer tal y como somos. Si las palabras o los gestos no son verdaderos, se abre paso al engaño, a la mentira y a la manipulación. Si no puedes ser lo que eres, sé con sinceridad lo que puedas.

Eccio Leon R
@el54r
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