Momento del FMI y los DEG
En la actualidad, cuando los países miembros siguen enfrentando los efectos de la pandemia, junto a la crisis económica generada por el convulso panorama geopolítico mundial, es inevitable no prestar atención a las nuevas prácticas del FMI
Creados en 1969 por el Fondo Monetario Internacional (FMI) los Derechos Especiales de Giro (DEG) son un instrumento para complementar las reservas internacionales de sus países miembros. Como activo de reserva internacional son aceptados universalmente para intercambiar divisas convertibles. Dentro del FMI se usan para diferentes propósitos como transacciones entre países miembros, pago de cuotas o para acceder a financiamiento preferencial del organismo multilateral. En otras palabras, la tenencia de DEG por parte de cada país sirve como una línea de crédito que puede utilizarse cuando sea necesario. El costo de utilizar dichos fondos es el promedio ponderado de las tasas de interés a corto plazo de las cinco monedas que hacen parte de los DEG: el dólar estadounidense, el euro, el yen, la libra esterlina y, desde 2015, el yuan chino.
En momentos cuando es evidente la inestabilidad macroeconomía de la mayoría de los países del mundo, resulta cada día más costoso acceder a recursos para enfrentar la coyuntura, los DEG aparecen como una fuente segura de liquidez que puede utilizarse para lograr la recuperación económica mundial. Esto en gran medida porque pueden apuntalar las reservas internacionales de los países y reducir la exposición a créditos caros.
Sin que esto implique retornar a la práctica de financiamiento condicionado por las reglas del FMI, el uso de parte de los DEG permite a los países actuar para superar los problemas de sus economías. En agosto de 2021, el FMI aumentó su asignación de DEG a los países miembros en 456 mil millones de unidades, equivalentes a cerca de 650 mil millones de dólares. Decisión que elevó el total de DEG a 661.000 millones de unidades, es decir, cerca de 1 billón de dólares.
Esta asignación de DEG en 2021 permitió a todos los miembros del FMI acceder a una mayor cuota de crédito barato y sin condiciones. Esto debido a que los DEG se asignaron en ese momento de manera proporcional a las cuotas de los países miembros -su contribución de capital al FMI-. De esta forma, una parte fue asignada a países de altos ingresos que no necesitaban liquidez internacional adicional, y otra a los países de bajos ingresos. Estos últimos países recibieron una cantidad considerable de DEG en relación con su tamaño económico, por un valor aproximado del 2% de su PIB.
Esta medida fue un cambio de paradigma en el rol que tiene el FMI en el sistema régimen monetario y financiero internacional. En particular porque, tradicionalmente, el organismo multilateral es conocido por imponer duras condiciones al crédito que ofrece a sus países miembros. Y represento una señal de la disposición del fondo a ayudar al mundo a enfrentar las consecuencias económicas generadas por la pandemia del COVID-19.
En la actualidad, cuando los países miembros siguen enfrentando los efectos de la pandemia, junto a la crisis económica generada por el convulso panorama geopolítico mundial, es inevitable no prestar atención a las nuevas prácticas del FMI. La asignación de DEG no es una solución mágica a los problemas de la economía mundial, pero frente a la coyuntura actual si representa una alternativa de apoyo financiero de mínimo costo. No obstante, está por verse si la política es sostenible en el tiempo y el resultado final dentro de la realidad económica de los países receptores es positivo para no convertirse en un instrumento que sirve a la solución paulatina y momentánea de los problemas financieros y no al crecimiento y desarrollo sostenible de consecuencias positivas sobre las personas y su calidad de vida.
@zerpasad
En momentos cuando es evidente la inestabilidad macroeconomía de la mayoría de los países del mundo, resulta cada día más costoso acceder a recursos para enfrentar la coyuntura, los DEG aparecen como una fuente segura de liquidez que puede utilizarse para lograr la recuperación económica mundial. Esto en gran medida porque pueden apuntalar las reservas internacionales de los países y reducir la exposición a créditos caros.
Sin que esto implique retornar a la práctica de financiamiento condicionado por las reglas del FMI, el uso de parte de los DEG permite a los países actuar para superar los problemas de sus economías. En agosto de 2021, el FMI aumentó su asignación de DEG a los países miembros en 456 mil millones de unidades, equivalentes a cerca de 650 mil millones de dólares. Decisión que elevó el total de DEG a 661.000 millones de unidades, es decir, cerca de 1 billón de dólares.
Esta asignación de DEG en 2021 permitió a todos los miembros del FMI acceder a una mayor cuota de crédito barato y sin condiciones. Esto debido a que los DEG se asignaron en ese momento de manera proporcional a las cuotas de los países miembros -su contribución de capital al FMI-. De esta forma, una parte fue asignada a países de altos ingresos que no necesitaban liquidez internacional adicional, y otra a los países de bajos ingresos. Estos últimos países recibieron una cantidad considerable de DEG en relación con su tamaño económico, por un valor aproximado del 2% de su PIB.
Esta medida fue un cambio de paradigma en el rol que tiene el FMI en el sistema régimen monetario y financiero internacional. En particular porque, tradicionalmente, el organismo multilateral es conocido por imponer duras condiciones al crédito que ofrece a sus países miembros. Y represento una señal de la disposición del fondo a ayudar al mundo a enfrentar las consecuencias económicas generadas por la pandemia del COVID-19.
En la actualidad, cuando los países miembros siguen enfrentando los efectos de la pandemia, junto a la crisis económica generada por el convulso panorama geopolítico mundial, es inevitable no prestar atención a las nuevas prácticas del FMI. La asignación de DEG no es una solución mágica a los problemas de la economía mundial, pero frente a la coyuntura actual si representa una alternativa de apoyo financiero de mínimo costo. No obstante, está por verse si la política es sostenible en el tiempo y el resultado final dentro de la realidad económica de los países receptores es positivo para no convertirse en un instrumento que sirve a la solución paulatina y momentánea de los problemas financieros y no al crecimiento y desarrollo sostenible de consecuencias positivas sobre las personas y su calidad de vida.
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