Ser famoso es fácil
En Instagram -que es la red social más fácil de monetizar-, quienes tienen entre 5.000 y 10.000 seguidores pueden ganar de 100 a 300 euros por contenido publicado
Los influencers están redefiniendo el mercado, o al menos el mercadeo. Resulta increíble cómo se han convertido en las nuevas referencias culturales que dependen, únicamente de su cantidad de seguidores. Poco importa el aporte que le hayan hecho a la humanidad, solo influye un número superfluo en sus cuentas de redes sociales, que parece no estar sustentado por nada real. Ser famoso jamás había sido tan fácil. Lo que ha desvirtuado un poco los medios publicitarios, y, con ello, su credibilidad.
La mayoría de éstos influencers -sobre todo los conocidos como “micro-influencers”- no tienen un respaldo de su actividad, lo que pueda sustentar su fama. Cuestionarse el motivo de su fama es estéril, ya que son personas normales, que nada maravilloso han hecho por llegar a ese lugar. ¿Quiénes son?, ¿a qué se dedican?, ¿por qué son famosos? Muchas preguntas nos suscitan ver estos perfiles que, además, actúan con un ego desatado, creyéndose dueños de la sociedad. Una sociedad que los idolatra sin saber por qué, dándole likes a sus publicaciones, lo que se traducirá en dinero.
No son ni cantantes, ni deportistas, ni actores, ni especialistas en algún campo. Son simplemente actores que toman fotografías con el teléfono volteado, agregándole un sinfín de filtros y que te cuentan su día. Lo increíble es que tienen un público cautivo, que los ve de cerca y los conoce, incluso, en su intimidad. O al menos eso es lo que les hacen creer.
DevRev, empresa de estrategia comunicacional, hizo un estudio de cómo están segmentados y cuánto ganan los influencers. Los resultados son interesantes, lo que explicaría el auge que tiene esta actividad. Primero, hay que determinar cuáles son las plataformas usadas para estos fines. El histórico Facebook ha tenido una caída considerable en sus usuarios el último año, con un 35% menos respecto al 2021. Es una red social en donde predominan las personas mayores a 60 años, siendo Instagram y TikTok los reyes actuales de la juventud.
En Instagram -que es la red social más fácil de monetizar-, quienes tienen entre 5.000 y 10.000 seguidores pueden ganar de 100 a 300 euros por contenido publicado. Los que tienen entre 10.000 y 50.000 ganan de 300 a 850 euros y los que tienen entre 50.000 y 300.000 seguidores ganan de 850 a 4.000 euros. Los últimos, los macro influencers, ni siquiera pueden ser cuantificables.
Lo interesante de éstas cifras es que en Venezuela la situación es muy similar; con la diferencia de que en un país normal los creadores de contenido tienen que pagar impuestos por cada publicación, mientras que aquí los ingresos entran, evadiendo al fisco. Esto, acompañado de un hashtag que indique que se trata de una publicidad paga. Lo cual tiene como intención la protección del consumidor; ya que se demuestra cuándo gusta realmente un producto, o cuándo se finge, debido a una paga.
Nota al pie: peligro de bomba
Todos hemos pasado por el desagradable momento que implica perder un vuelo. Pese a que se trata de un problema con una sencilla solución, perder un vuelo genera una ansiedad injustificada. Es un momento irracional, en donde nos cuestionamos el fin del camino. Perder un vuelo nos genera una desasosiego similar al haber perdido el rumbo. Quedamos huérfanos del destino y atados entonces a reprogramar e improvisar. El humano, por más libre que se considere, vive atado a su certidumbre. Y todo lo que la frustre, lo lanzará a un vacío lleno de cuestionamientos y miedos.
Quizá por ello, no todos sepan manejar bien estas situaciones. Pasó el 26 de julio del presente año en el aeropuerto de Pisa, en donde una señora, quien iba tarde a su avión, y empezó a gritar que él mismo tenía una bomba. En su cabeza, decir que su vuelo, el Ryanair FR 00587 con destino a Londres, estaba cargado de un explosivo iba a resultar en que el vuelo se detuviera momentáneamente, permitirle subir, y partir sólo con el retraso generado por ella.
El resultado evidentemente no fue ese. El aeropuerto tuvo que cancelar todos sus vuelos por más de una hora, generando un caos interno y pérdidas millonarias. Al final, la señora seguramente llegará a su destino, no sin antes tener que hacer una desagradable y larga escala.
@NelsonTRangel
www.netrangel.com
nelsontrangel@gmail.com
La mayoría de éstos influencers -sobre todo los conocidos como “micro-influencers”- no tienen un respaldo de su actividad, lo que pueda sustentar su fama. Cuestionarse el motivo de su fama es estéril, ya que son personas normales, que nada maravilloso han hecho por llegar a ese lugar. ¿Quiénes son?, ¿a qué se dedican?, ¿por qué son famosos? Muchas preguntas nos suscitan ver estos perfiles que, además, actúan con un ego desatado, creyéndose dueños de la sociedad. Una sociedad que los idolatra sin saber por qué, dándole likes a sus publicaciones, lo que se traducirá en dinero.
No son ni cantantes, ni deportistas, ni actores, ni especialistas en algún campo. Son simplemente actores que toman fotografías con el teléfono volteado, agregándole un sinfín de filtros y que te cuentan su día. Lo increíble es que tienen un público cautivo, que los ve de cerca y los conoce, incluso, en su intimidad. O al menos eso es lo que les hacen creer.
DevRev, empresa de estrategia comunicacional, hizo un estudio de cómo están segmentados y cuánto ganan los influencers. Los resultados son interesantes, lo que explicaría el auge que tiene esta actividad. Primero, hay que determinar cuáles son las plataformas usadas para estos fines. El histórico Facebook ha tenido una caída considerable en sus usuarios el último año, con un 35% menos respecto al 2021. Es una red social en donde predominan las personas mayores a 60 años, siendo Instagram y TikTok los reyes actuales de la juventud.
En Instagram -que es la red social más fácil de monetizar-, quienes tienen entre 5.000 y 10.000 seguidores pueden ganar de 100 a 300 euros por contenido publicado. Los que tienen entre 10.000 y 50.000 ganan de 300 a 850 euros y los que tienen entre 50.000 y 300.000 seguidores ganan de 850 a 4.000 euros. Los últimos, los macro influencers, ni siquiera pueden ser cuantificables.
Lo interesante de éstas cifras es que en Venezuela la situación es muy similar; con la diferencia de que en un país normal los creadores de contenido tienen que pagar impuestos por cada publicación, mientras que aquí los ingresos entran, evadiendo al fisco. Esto, acompañado de un hashtag que indique que se trata de una publicidad paga. Lo cual tiene como intención la protección del consumidor; ya que se demuestra cuándo gusta realmente un producto, o cuándo se finge, debido a una paga.
Nota al pie: peligro de bomba
Todos hemos pasado por el desagradable momento que implica perder un vuelo. Pese a que se trata de un problema con una sencilla solución, perder un vuelo genera una ansiedad injustificada. Es un momento irracional, en donde nos cuestionamos el fin del camino. Perder un vuelo nos genera una desasosiego similar al haber perdido el rumbo. Quedamos huérfanos del destino y atados entonces a reprogramar e improvisar. El humano, por más libre que se considere, vive atado a su certidumbre. Y todo lo que la frustre, lo lanzará a un vacío lleno de cuestionamientos y miedos.
Quizá por ello, no todos sepan manejar bien estas situaciones. Pasó el 26 de julio del presente año en el aeropuerto de Pisa, en donde una señora, quien iba tarde a su avión, y empezó a gritar que él mismo tenía una bomba. En su cabeza, decir que su vuelo, el Ryanair FR 00587 con destino a Londres, estaba cargado de un explosivo iba a resultar en que el vuelo se detuviera momentáneamente, permitirle subir, y partir sólo con el retraso generado por ella.
El resultado evidentemente no fue ese. El aeropuerto tuvo que cancelar todos sus vuelos por más de una hora, generando un caos interno y pérdidas millonarias. Al final, la señora seguramente llegará a su destino, no sin antes tener que hacer una desagradable y larga escala.
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