Dilemas y desafíos de MCM
La narrativa de campaña será confrontacional, pero quien sea el presidente tiene que entenderse con unos poderes y fuerzas armadas que no le son favorables y debe entenderse con ellos
La primaria es un evento moralizador en estos tiempos porque más que la elección del candidato es la selección del nuevo líder de la oposición, esto debió haber ocurrido hace tiempo atrás pero la obstinación de quienes ostentan la dirección de los partidos se resistió a conceder, dando lugar a unos luchadores por la democracia que no la ejercían en sus organizaciones. La moralización de los ciudadanos es lo que Maduro teme.
Esta legitimación del liderazgo trae como consecuencia la redefinición de quién o qué es la oposición sobre la base no de los votos que sacaron los partidos en elecciones pasadas, sino a partir de la manifestación de los electores en estos tiempos y por como vienen las cosas MCM está pasando de ser una dirigente más de la oposición a ser la oposición misma por el caudal de electores que están nucleándose alrededor de ella. Estadísticamente los ni-nis prácticamente han desaparecido sumándose a la nueva líder y los partidos han visto como simpatizantes y militantes suyos han caído cautivados por ella. Este deslave asusta a las organizaciones opositoras competidoras de MCM. Administrar este capital y gerenciar las tensiones con el resto opositor no será un torneo floral.
MCM llega a ser lo que hoy es porque tiene diez años o más preparándose para este momento. Los demás candidatos, incluso figuras como Velázquez, Pérez Vivas y Caleca p.ej., se activaron solo a partir de abrirse la campaña de las primarias. Quien madruga, Dios lo ayuda. MCM se ha labrado una imagen de ser la antítesis de Maduro, de ser diferente al resto de los políticos y ser consecuente con este posicionamiento. Por esta razón debe cuidarse de incurrir el error de Irene Sáez: el abrazo de L. Herrera no salvó a COPEI, pero arrastró a Irene cuesta abajo en la rodada. No obstante, ignorarlos, presentarse sola y sin puentes al resto opositor podría significar no brindar la sensación de unidad, reclamo clamoroso de la mayoría nacional. Especialmente es importante recordar que a pesar de lo maltrecho de las organizaciones partidistas de hoy, la realidad es que MCM tiene la emoción y los partidos la organización y experiencia electoral, recursos invaluables para ganar. Desentenderse de ellos implicaría realizar un gigantesco esfuerzo organizacional y ello supondría desenfocarse de la campaña electoral. Este dilema de relación con los partidos comunicacionalmente podría ser asunto de mostrarse juntos, pero no revueltos.
Lo más probable, a la luz de las encuestas, es que MCM sea elegida como la candidata de la oposición, si no se presenta un cisne negro. Convertirá en bandera su rehabilitación y esa será un tema central de la agenda después de su triunfo, pero levantarle la sanción será asegurar la derrota electoral de Maduro, suicidio que muy seguramente no cometerá. Se plantea el tema del relevo de MCM, entonces es posible que se encrespen las aguas porque los partidos tradicionales querrán ellos ser parte de la decisión y hacer valer el criterio del consenso partidista mayoritario, mientras MCM posiblemente asumirá su triunfo como un mandato de ser la genuina representante del sentir de la mayoría nacional y por tanto con el derecho de escoger a un sucesor que perciba como el mejor representante después de ella de ese sentimiento nacional. No está fácil.
El gobierno aún cuando tiene a su favor todos los recursos para impedir la celebración de las primarias difícilmente juegue esa carta, porque ello daría al traste las actuales secretas negociaciones con Washington, más necesarias para el régimen después de venir de China sin auxilio financiero. Su primera apuesta es que salgan mal, pero de no salir su apuesta es el desencuentro opositor por el relevo de MCM. Es muy aventurado vaticinar qué pueda pasar, esperemos que sea lo mejor, y tengamos un candidato triunfador. La experiencia de la transferencia de Chávez a Maduro de su capital electoral y la experiencia de Barinas donde a un electorado decidido a derrotar al gobierno votó por quien menos se esperaba, pero que era el candidato consensuado dan soporte tanto a la esperanza del triunfo de quien sea designado, por un lado, como al temor del cierre de MCM y de los partidos en sus respectivas posiciones, por el otro. Si no se llega a una solución que asegure llegar hasta el final, será entonces el final de la esperanza. Lo ideal es que organización y emoción se conjuguen.
Un último dilema ha de ser considerado: una cosa es la campaña, conquistar la presidencia y otra cosa es gobernar. La narrativa de campaña será confrontacional, pero quien sea el presidente tiene que entenderse con unos poderes y fuerzas armadas que no le son favorables y debe entenderse con ellos y, necesariamente, negociar, de lo contrario arriesga correr la misma suerte de Medina y Gallegos. MCM ha suavizado su discurso, pero aún así es la opción más temida por el régimen. Betancourt, Mandela, Walesa y Aylwin lo lograron, ojalá aquí también. En todo caso es una narrativa por construirse.
@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
Esta legitimación del liderazgo trae como consecuencia la redefinición de quién o qué es la oposición sobre la base no de los votos que sacaron los partidos en elecciones pasadas, sino a partir de la manifestación de los electores en estos tiempos y por como vienen las cosas MCM está pasando de ser una dirigente más de la oposición a ser la oposición misma por el caudal de electores que están nucleándose alrededor de ella. Estadísticamente los ni-nis prácticamente han desaparecido sumándose a la nueva líder y los partidos han visto como simpatizantes y militantes suyos han caído cautivados por ella. Este deslave asusta a las organizaciones opositoras competidoras de MCM. Administrar este capital y gerenciar las tensiones con el resto opositor no será un torneo floral.
MCM llega a ser lo que hoy es porque tiene diez años o más preparándose para este momento. Los demás candidatos, incluso figuras como Velázquez, Pérez Vivas y Caleca p.ej., se activaron solo a partir de abrirse la campaña de las primarias. Quien madruga, Dios lo ayuda. MCM se ha labrado una imagen de ser la antítesis de Maduro, de ser diferente al resto de los políticos y ser consecuente con este posicionamiento. Por esta razón debe cuidarse de incurrir el error de Irene Sáez: el abrazo de L. Herrera no salvó a COPEI, pero arrastró a Irene cuesta abajo en la rodada. No obstante, ignorarlos, presentarse sola y sin puentes al resto opositor podría significar no brindar la sensación de unidad, reclamo clamoroso de la mayoría nacional. Especialmente es importante recordar que a pesar de lo maltrecho de las organizaciones partidistas de hoy, la realidad es que MCM tiene la emoción y los partidos la organización y experiencia electoral, recursos invaluables para ganar. Desentenderse de ellos implicaría realizar un gigantesco esfuerzo organizacional y ello supondría desenfocarse de la campaña electoral. Este dilema de relación con los partidos comunicacionalmente podría ser asunto de mostrarse juntos, pero no revueltos.
Lo más probable, a la luz de las encuestas, es que MCM sea elegida como la candidata de la oposición, si no se presenta un cisne negro. Convertirá en bandera su rehabilitación y esa será un tema central de la agenda después de su triunfo, pero levantarle la sanción será asegurar la derrota electoral de Maduro, suicidio que muy seguramente no cometerá. Se plantea el tema del relevo de MCM, entonces es posible que se encrespen las aguas porque los partidos tradicionales querrán ellos ser parte de la decisión y hacer valer el criterio del consenso partidista mayoritario, mientras MCM posiblemente asumirá su triunfo como un mandato de ser la genuina representante del sentir de la mayoría nacional y por tanto con el derecho de escoger a un sucesor que perciba como el mejor representante después de ella de ese sentimiento nacional. No está fácil.
El gobierno aún cuando tiene a su favor todos los recursos para impedir la celebración de las primarias difícilmente juegue esa carta, porque ello daría al traste las actuales secretas negociaciones con Washington, más necesarias para el régimen después de venir de China sin auxilio financiero. Su primera apuesta es que salgan mal, pero de no salir su apuesta es el desencuentro opositor por el relevo de MCM. Es muy aventurado vaticinar qué pueda pasar, esperemos que sea lo mejor, y tengamos un candidato triunfador. La experiencia de la transferencia de Chávez a Maduro de su capital electoral y la experiencia de Barinas donde a un electorado decidido a derrotar al gobierno votó por quien menos se esperaba, pero que era el candidato consensuado dan soporte tanto a la esperanza del triunfo de quien sea designado, por un lado, como al temor del cierre de MCM y de los partidos en sus respectivas posiciones, por el otro. Si no se llega a una solución que asegure llegar hasta el final, será entonces el final de la esperanza. Lo ideal es que organización y emoción se conjuguen.
Un último dilema ha de ser considerado: una cosa es la campaña, conquistar la presidencia y otra cosa es gobernar. La narrativa de campaña será confrontacional, pero quien sea el presidente tiene que entenderse con unos poderes y fuerzas armadas que no le son favorables y debe entenderse con ellos y, necesariamente, negociar, de lo contrario arriesga correr la misma suerte de Medina y Gallegos. MCM ha suavizado su discurso, pero aún así es la opción más temida por el régimen. Betancourt, Mandela, Walesa y Aylwin lo lograron, ojalá aquí también. En todo caso es una narrativa por construirse.
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