¿Qué estamos sembrando?
Si somos generosos con los demás, nos mostrarán generosidad. Si estamos siendo perdonadores y compasivos con los demás, la gente actuará con nosotros de esa misma manera
Muchas veces nosotros mismos podemos convertirnos en nuestros mayores benefactores o enemigos, según tomemos ciertas decisiones y adoptemos ciertas conductas o actitudes.
Si un agricultor sale a plantar un lote de lentejas ¿qué fruto va a esperar él? ¿Pepinos? ¿Tomates? No, él va a obtener son lentejas. Y en ningún momento él se va a preguntar: ¿será que esta vez sacaré papas? Él no duda sobre el resultado de lo que sembró, porque lo que sea que siembre es lo que va a conseguir. En realidad cada uno de los seres humanos somos como agricultores, al transcurrir el tiempo siempre estamos sembrando algún tipo de semilla, tanto positivas como negativas: semillas de generosidad, de amabilidad, de veracidad...como también semillas de mezquindad, de aspereza, de falsedad y engaño, etc. Y estas actitudes, al igual que como con las lentejas, van a dar el fruto correspondiente en nuestras vidas. Ejemplo, si estamos sembrando semillas de amabilidad y bondad con los demás, la gente será amable y bondadosa con nosotros. Si somos generosos con los demás, nos mostrarán generosidad. Si estamos siendo perdonadores y compasivos con los demás, la gente actuará con nosotros de esa misma manera. Asimismo, si estamos engañando a otras personas, igual la gente nos va a engañar. Si no las pasamos chismeando acerca de otros, eso mismo harán con nosotros. Si somos inflexibles e intolerantes ante fallos ajenos, así nos tratarán. Este es un principio o ley que podremos llamar de siembra-cosecha, que también se va a reflejar en el hecho de que nuestras decisiones y acciones van a tener las pertinentes consecuencias. Cabe aclarar que las cosechas mencionadas usualmente no se van a producir enseguida que sembramos determinada semilla, al igual que pasa con los agricultores: siempre habrá un tiempo, que puede llegar a ser años, entre el momento de la siembra y el de la cosecha. Es por ello que a veces no nos percatamos de dos cosas muy importantes:
1. Cuando tomamos la decisión de sembrar buenas semillas a lo largo de nuestra existencia, como las que mencionamos antes u otras más (semillas de amabilidad, bondad, generosidad, veracidad, compasión, humildad, comprensión, respeto) ¡tendremos que ser muy pacientes y no rendirnos! Recordando que: “…La persistencia y la determinación son omnipotentes. El eslogan “No abandones” ha resuelto y seguirá resolviendo los problemas del ser humano…” (ver nuestro artículo “Persistir…”)
2. Asimismo, si decidimos sembrar malas semillas tales como las nombradas atrás u otras (semillas de engaño, mezquindad, egoísmo, soberbia, terquedad, intolerancia, irrespeto), tomará tiempo en percatarnos del mal resultado de algunas actitudes o conductas nuestras, y por eso las seguimos teniendo durante largo tiempo, a veces toda la vida.
Amigos: En lugar de quejarnos, deberíamos plantar buenas semillas, porque justo lo que más necesitamos, necesitamos dar más de eso. Comencemos cuanto antes.
@viviendovalores
@agusal77
Si un agricultor sale a plantar un lote de lentejas ¿qué fruto va a esperar él? ¿Pepinos? ¿Tomates? No, él va a obtener son lentejas. Y en ningún momento él se va a preguntar: ¿será que esta vez sacaré papas? Él no duda sobre el resultado de lo que sembró, porque lo que sea que siembre es lo que va a conseguir. En realidad cada uno de los seres humanos somos como agricultores, al transcurrir el tiempo siempre estamos sembrando algún tipo de semilla, tanto positivas como negativas: semillas de generosidad, de amabilidad, de veracidad...como también semillas de mezquindad, de aspereza, de falsedad y engaño, etc. Y estas actitudes, al igual que como con las lentejas, van a dar el fruto correspondiente en nuestras vidas. Ejemplo, si estamos sembrando semillas de amabilidad y bondad con los demás, la gente será amable y bondadosa con nosotros. Si somos generosos con los demás, nos mostrarán generosidad. Si estamos siendo perdonadores y compasivos con los demás, la gente actuará con nosotros de esa misma manera. Asimismo, si estamos engañando a otras personas, igual la gente nos va a engañar. Si no las pasamos chismeando acerca de otros, eso mismo harán con nosotros. Si somos inflexibles e intolerantes ante fallos ajenos, así nos tratarán. Este es un principio o ley que podremos llamar de siembra-cosecha, que también se va a reflejar en el hecho de que nuestras decisiones y acciones van a tener las pertinentes consecuencias. Cabe aclarar que las cosechas mencionadas usualmente no se van a producir enseguida que sembramos determinada semilla, al igual que pasa con los agricultores: siempre habrá un tiempo, que puede llegar a ser años, entre el momento de la siembra y el de la cosecha. Es por ello que a veces no nos percatamos de dos cosas muy importantes:
1. Cuando tomamos la decisión de sembrar buenas semillas a lo largo de nuestra existencia, como las que mencionamos antes u otras más (semillas de amabilidad, bondad, generosidad, veracidad, compasión, humildad, comprensión, respeto) ¡tendremos que ser muy pacientes y no rendirnos! Recordando que: “…La persistencia y la determinación son omnipotentes. El eslogan “No abandones” ha resuelto y seguirá resolviendo los problemas del ser humano…” (ver nuestro artículo “Persistir…”)
2. Asimismo, si decidimos sembrar malas semillas tales como las nombradas atrás u otras (semillas de engaño, mezquindad, egoísmo, soberbia, terquedad, intolerancia, irrespeto), tomará tiempo en percatarnos del mal resultado de algunas actitudes o conductas nuestras, y por eso las seguimos teniendo durante largo tiempo, a veces toda la vida.
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