Gerencia y suerte
El gerente exitoso construye la buena suerte, cuando tiene un propósito de vida definido y cuando actúa como arquitecto protagónico de su presente en función del futuro
Es frecuente que se atribuya a la buena suerte o mala suerte, el éxito o fracaso en múltiples aspectos de la vida, incluyendo la Gerencia. En una entrevista reciente que le hicieron al Presidente del MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, Leo Rafael Reif, quien es oriundo de Venezuela, el entrevistador inició la conversación con el siguiente comentario que finalizó con una pregunta: “No recuerdo a ningún presidente de ninguna de las grandes instituciones académicas o universidades de Estados Unidos que sea latino. ¿Cómo llegó usted ahí?”. El Dr. Reif contestó: “Por pura suerte”, el entrevistador dijo: “No lo creo”, de inmediato el entrevistado le complementó la respuesta: “trabajé duro como todo el mundo aquí trabaja duro”. Thomas Jefferson, expresidente de Estados Unidos de Norte América afirmaba “Yo creo bastante en la suerte y he constatado que cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”; Harry Golden, periodista nacionalizado estadounidense, decía: “Lo único que supera la mala suerte es el trabajo duro”; al Dr. Gregorio Marañón, médico español, un alumno le dijo: “Maestro, usted ha tenido mucho éxito y mucha suerte en la vida” y él le respondió: “es cierto, pero usted no sabe cuánto trabajo me ha costado tener esa suerte” y una frase anónima señala que: “El trabajo duro te va a colocar en un lugar donde la suerte te pueda encontrar”. La primera conclusión es que en gerencia, para tener suerte hay que trabajar duro.
El gerente que tiene un alto locus de control interno, atribuye el éxito o fracaso a causas conectadas con la realidad, mientras que aquellos que tienen un alto locus de control externo, tienden a explicar sus resultados por la buena o mala suerte, lo cual lo conduce a análisis erróneos y por lo tanto a tener actuaciones equivocadas. El gerente exitoso construye la buena suerte, cuando tiene un propósito de vida definido y cuando actúa como arquitecto protagónico de su presente en función del futuro, cultivando su talento, así como también trabajando con pasión, paciencia y constancia, aprovechando las oportunidades que se le presenten, lo cual le abre las puertas al azar y le aumenta las probabilidades de éxito en su gestión.
La búsqueda constante de oportunidades con actitud innovadora, el mejoramiento continuo, el discernimiento con bases sólidas, la conducta proactiva de curiosidad y creatividad que incluso se adelante y sea protagonista de los cambios, son conductas que conducen a generar una cadena de hechos que a veces pueden tener el inicio en algo trivial, pero que bien aprovechados, con el paso del tiempo, pueden conducir a situaciones trascendentes que aparentemente a primera vista no tienen vínculo con el hecho inicial, pero cuando se analiza con perspectiva histórica, se articulan redes intrincadas de causalidad con muy poca casualidad y suerte. Es importante estar convencido que cada quien genera su propia buena o mala “suerte”, con el pensamiento y con las acciones que realiza o deja de hacer.
Observar, describir y analizar los hechos de la realidad del presente; buscar y estudiar los errores cometidos, tanto los propios como los ajenos; evaluar objetivamente los éxitos y los fracasos, con sus causas y consecuencias; identificar sus propias fortalezas y debilidades, así como también las oportunidades y amenazas; entender la ubicación y alcance temporo-espacial de su organización; definir Políticas soportadas en los Principios y Valores fundamentales que deben trascender y permanecer en el tiempo; proponer estrategias adaptadas a las circunstancias del entorno local y global, son algunas recomendaciones para tener buena suerte.
Bartolomé Finizola Celli
ascardio.coordinacion@gmail.com
El gerente que tiene un alto locus de control interno, atribuye el éxito o fracaso a causas conectadas con la realidad, mientras que aquellos que tienen un alto locus de control externo, tienden a explicar sus resultados por la buena o mala suerte, lo cual lo conduce a análisis erróneos y por lo tanto a tener actuaciones equivocadas. El gerente exitoso construye la buena suerte, cuando tiene un propósito de vida definido y cuando actúa como arquitecto protagónico de su presente en función del futuro, cultivando su talento, así como también trabajando con pasión, paciencia y constancia, aprovechando las oportunidades que se le presenten, lo cual le abre las puertas al azar y le aumenta las probabilidades de éxito en su gestión.
La búsqueda constante de oportunidades con actitud innovadora, el mejoramiento continuo, el discernimiento con bases sólidas, la conducta proactiva de curiosidad y creatividad que incluso se adelante y sea protagonista de los cambios, son conductas que conducen a generar una cadena de hechos que a veces pueden tener el inicio en algo trivial, pero que bien aprovechados, con el paso del tiempo, pueden conducir a situaciones trascendentes que aparentemente a primera vista no tienen vínculo con el hecho inicial, pero cuando se analiza con perspectiva histórica, se articulan redes intrincadas de causalidad con muy poca casualidad y suerte. Es importante estar convencido que cada quien genera su propia buena o mala “suerte”, con el pensamiento y con las acciones que realiza o deja de hacer.
Observar, describir y analizar los hechos de la realidad del presente; buscar y estudiar los errores cometidos, tanto los propios como los ajenos; evaluar objetivamente los éxitos y los fracasos, con sus causas y consecuencias; identificar sus propias fortalezas y debilidades, así como también las oportunidades y amenazas; entender la ubicación y alcance temporo-espacial de su organización; definir Políticas soportadas en los Principios y Valores fundamentales que deben trascender y permanecer en el tiempo; proponer estrategias adaptadas a las circunstancias del entorno local y global, son algunas recomendaciones para tener buena suerte.
Bartolomé Finizola Celli
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