Actitudes efectivas
La única forma de sanar el dolor que no sana por sí solo es perdonar a la persona que te hirió. Perdonar te cura la memoria, ya que cambia las imágenes que se proyectan sobre ella
Mientras estemos vivos más de una vez seremos lastimados, con o sin intención. Y el resultado dependerá de nuestra respuesta: si nos aferramos al dolor nos amargaremos, y el resentimiento destruirá nuestra vida. Pero si perdonamos podremos seguir adelante y vivir en la libertad de dicho perdón. Dejando claro que perdonar no implica reconciliarse ni confiar de nuevo, estos son procesos aparte. Además, cuando hacemos todo lo posible por enfocarnos en el aprendizaje positivo de todo lo negativo que nos ocurre, vamos a tener ocasiones de ver muchos milagros que pueden suceder en esas situaciones.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de leer algo que ocurrió en el campo de concentración de Ravensbrûck, Alemania y que menciona una situación nada usual:
“Cuando los aliados liberaron el campo de concentración de Ravensbrûck al finalizar la segunda guerra mundial, se encontró un pedazo de papel de envoltorio en el que alguien mientras estaba en prisión había garabateado las siguientes líneas:
Oh Señor, no te acuerdes solamente de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. Pero no te acuerdes de todo el sufrimiento que nos han infligido; acuérdate de los frutos producidos en nosotros gracias a ese sufrimiento: nuestra confraternidad, nuestra lealtad, nuestra humildad, nuestro valor, nuestra generosidad, la magnanimidad que brotó de nuestro corazón a raíz de todo esto. Y cuando les llegue la hora del juicio, que todos los frutos que dimos sean su perdón.”
De paso creo que esto confirma que de las circunstancias más difíciles muchas veces surgen los valores y actitudes más sublimes. De hecho esta clase de generosidad, de abnegación, es muy difícil encontrarlas en situaciones normales
Finalmente, el autor y teólogo cristiano Lewis B. Smedes (1921 – 2002) escribió bastante sobre el tema del perdón. A continuación un extracto de un escrito suyo:
“Llevar encima un rencor es llevar todas las de perder. Es el colmo de la frustración. Exacerba el dolor que sentiste en un primer momento. Haz la prueba: procura recordar el dolor que te produjo la ofensa, el escozor que te causó la picadura, la trampa, la degradación. ¿No reaviva en ti el fuego de la ira evocar esas cosas? ¿Vuelves a sentir ese dolor cada vez que reaparecen en tu memoria las personas que te hicieron daño?
Tu memoria se transforma en una especie de videocinta que repone dentro de tu alma incesantes escenas de tu vieja cita con el dolor. ¿Se justifica infligirse uno mismo ese daño al negarse a perdonar? Una vil justicia.
La única forma de sanar el dolor que no sana por sí solo es perdonar a la persona que te hirió. Perdonar te cura la memoria, ya que cambia las imágenes que se proyectan sobre ella. Cuando descargas de culpa al culpable extirpas de tu vida interior el tumor maligno. Liberas a un preso: a ti mismo.”
No te alteres cuando no te comprendan; altérate más bien cuando no eres comprensivo. Proverbio chino
@viviendovalores
@agusal77
Hace un tiempo tuve la oportunidad de leer algo que ocurrió en el campo de concentración de Ravensbrûck, Alemania y que menciona una situación nada usual:
“Cuando los aliados liberaron el campo de concentración de Ravensbrûck al finalizar la segunda guerra mundial, se encontró un pedazo de papel de envoltorio en el que alguien mientras estaba en prisión había garabateado las siguientes líneas:
Oh Señor, no te acuerdes solamente de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. Pero no te acuerdes de todo el sufrimiento que nos han infligido; acuérdate de los frutos producidos en nosotros gracias a ese sufrimiento: nuestra confraternidad, nuestra lealtad, nuestra humildad, nuestro valor, nuestra generosidad, la magnanimidad que brotó de nuestro corazón a raíz de todo esto. Y cuando les llegue la hora del juicio, que todos los frutos que dimos sean su perdón.”
De paso creo que esto confirma que de las circunstancias más difíciles muchas veces surgen los valores y actitudes más sublimes. De hecho esta clase de generosidad, de abnegación, es muy difícil encontrarlas en situaciones normales
Finalmente, el autor y teólogo cristiano Lewis B. Smedes (1921 – 2002) escribió bastante sobre el tema del perdón. A continuación un extracto de un escrito suyo:
“Llevar encima un rencor es llevar todas las de perder. Es el colmo de la frustración. Exacerba el dolor que sentiste en un primer momento. Haz la prueba: procura recordar el dolor que te produjo la ofensa, el escozor que te causó la picadura, la trampa, la degradación. ¿No reaviva en ti el fuego de la ira evocar esas cosas? ¿Vuelves a sentir ese dolor cada vez que reaparecen en tu memoria las personas que te hicieron daño?
Tu memoria se transforma en una especie de videocinta que repone dentro de tu alma incesantes escenas de tu vieja cita con el dolor. ¿Se justifica infligirse uno mismo ese daño al negarse a perdonar? Una vil justicia.
La única forma de sanar el dolor que no sana por sí solo es perdonar a la persona que te hirió. Perdonar te cura la memoria, ya que cambia las imágenes que se proyectan sobre ella. Cuando descargas de culpa al culpable extirpas de tu vida interior el tumor maligno. Liberas a un preso: a ti mismo.”
No te alteres cuando no te comprendan; altérate más bien cuando no eres comprensivo. Proverbio chino
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