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Anarquía Internacional: ¿Retorno al neorrealismo?

Los Estados parecen tender a retraerse en concepciones anacrónicas de supremacía y divorciarse de los ideales de cooperación internacional, desarrollo mancomunado y el bien común como telos inexorable de la Política

  • DYLAN J. PEREIRA

06/08/2022 05:00 am

Una ley científica es aceptada universalmente como una asociación o correlación verificable regularmente entre dos o más variables. Una ley determinista implica que cada vez que X ocurre, sucede Y indefectiblemente. Las leyes de la gravedad son un ejemplo. Este tipo de ley no se da en las ciencias sociales, que tienden a leyes probabilísticas, una suerte de ley científica menos rígida. En este caso, cada vez que ocurre A, sucede B algunas veces. El comportamiento humano no se rige tanto como la naturaleza por leyes.

Por consiguiente, el comportamiento humano es sumamente variable e impredecible. De allí que las ciencias sociales, cuyo objeto de estudio es el comportamiento humano en su dimensión política, sociológica, económica, cultural, entre otros, le sea cuesta arriba predecir el futuro con precisión exacta. Quizás sea esta la razón por la que Einstein declaró, que “la política es más difícil que la física”.

Dentro del vasto espíritu academicista de encontrar teorías y modelos que nos ayuden a aproximarnos y comprender la realidad, es interesante mencionar que conjuntamente al debate e influencia del realismo y el idealismo dentro de las Relaciones Internacionales, la polémica reformulación del realismo en neorrealismo por parte del profesor Kenneth Waltz en 1979, notable catedrático de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Columbia, donde destacamos la necesidad de “mostrar cómo cambia el comportamiento de los Estados y cómo los resultados esperables varían a medida que los sistemas cambian.” (Salomón, 2002, p.12), que bajo el mismo principio realista de un estado de perpetua anarquía internacional, ahonda su abordaje bajo lo que llama “realismo estructural” con gran preminencia del Estado.

Otro aspecto formal que llama la atención en la teoría neorrealista es el uso de la teoría microeconómica de las estructuras de mercado. Para Waltz, el sistema internacional funciona como un mercado “interpuesto entre los actores económicos y los resultados que producen. Ello condiciona sus cálculos, su comportamiento y sus interacciones” (Waltz, 1990: 90-91). Esta analogía mercado-sistema internacional propiciará también un uso importante, por parte de los neorrealistas, de los modelos de las teorías de la acción racional, rasgo que compartirán con el neoliberalismo institucional. Este planteamiento debería contar además con algunos principios de economía tales como el hecho que los individuos se enfrentan a disyuntivas permanentemente, situación que se puede transpolar a los Estados y que se asocia a la elección que debe hacer entre dos o más cosas.

En el marco del escenario internacional actual, es plausible identificar algunos desafíos del “programa de investigación estructural modificado” que Robert Keohane, hijo ilustre de la Universidad de Harvard, prominente autor del institucionalismo neoliberal en las RRII, se disponía a construir; La premisa de que los Estados actúan racionalmente, aunque no a partir de una información completa ni con preferencias incambiables es abiertamente contradictoria con la existencia de regímenes autoritarios, con sistemas autocráticos que van en contra de un marco axiológico racionalmente democrático respetuoso de los DDHH, pese a los esfuerzos del sistema internacional por contenerlos. Keohane encontró una buena base para explicar la compatibilidad de las premisas realistas (Estados en situación de anarquía y motivados, ante todo, por la búsqueda de poder) con las liberales (posibilidad de cooperación), distanciándose (aunque no totalmente) del optimismo del liberalismo clásico.

Es preciso hacer referencia al concepto de “fallos de mercado” que apuntala Keohane sobre el que se apoyó para explicar la compatibilidad entre la estructura anárquica del sistema internacional y la cooperación en clave internacional-economicista; estos se suceden una y otra vez en un sistema internacional marcado por la incertidumbre.

Lo cierto es que el marco institucional internacional actual ha logrado detener los efectos de la anarquía en ejemplos muy concretos, como la regularización del sistema financiero europeo dentro de la Eurozona; los diversos convenios y tratados internacionales en materia comercial promovidos por la OMC; la regularización de las relaciones diplomáticas a través de la institucionalidad generada por a partir de la Convención de Viena de 1964, siendo estos ejemplos de una respuesta orgánica del sistema a los ideales propuestos por los neoliberales; sin embargo, casos como la anarquía belicista o atómica no ha sido controlada; el Consejo de Seguridad de la ONU permanece estancado, inactivo, e incapaz de preservar la paz y la seguridad internacional, reforzando de esta forma las discusiones sobre si la anarquía es o no superable.

Hoy cuando los focos de inestabilidad internacional se multiplican en un entorno global caldeado e inestable, como el aumento de las tensiones en el estrecho de Taiwán, o la Guerra en Ucrania, los Estados parecen tender a retraerse en concepciones anacrónicas de supremacía y divorciarse de los ideales de cooperación internacional, desarrollo mancomunado y el bien común como telos inexorable de la Política.

Dylanjpereira01@gmail.com

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