Mujeres, temple y gallardía
La mujer venezolana está en una constante lucha por el bienestar, no solo de su familia, sino de toda su comunidad
Esta semana conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, en recuerdo a la lucha global de las féminas por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como persona, en igualdad de condiciones que el hombre. Se trata de un día para exaltar a la mujer venezolana y alzar la voz por el fortalecimiento de nuestro género.
Me da un profundo pesar como mujer, madre y miembro del Comité de Mujeres Líderes de las Américas, que tanto los medios de comunicación tradicionales como los digitales sigan recogiendo informaciones vinculadas a femicidios, embarazo precoz, violencia doméstica, acoso sexual, laboral y escolar, o cualquier otra categoría de violencia física, verbal, emocional, financiera estipulada en la legislación. Y todo ello es el dramático reflejo de un país que es suelo fértil para la violencia contra la mujer.
Yo, Griselda Reyes, activista social y promotora de la defensa y empoderamiento de la mujer venezolana, sueño con una República donde se respeten los derechos de la mujer y se garantice su papel activo en todas las áreas de la sociedad.
Pongo como ejemplo el rol de la mujer en política. A pesar de la presencia de una masa crítica de mujeres en los movimientos políticos que han impulsado una democracia real, no hay igualdad de condiciones entre los hombres y las mujeres en los espacios de poder y de toma de decisiones. También insisto en que si apostamos y confiamos más en las mujeres, este mundo revuelto y belicoso que hoy tenemos, sería mucho más pacífico por la naturaleza conciliadora de nuestro género.
La mujer venezolana está en una constante lucha por el bienestar, no solo de su familia, sino de toda su comunidad. Basta con recorrer cualquier sector popular para constatar quiénes son las hormiguitas que van sumando en función de los intereses colectivos. Pero también encontramos que a medida que despegamos de las bases, son cada vez menos las mujeres involucradas en el quehacer político.
La situación que viene atravesando el país ha promovido que jóvenes y mujeres se involucren en política, porque la política y las organizaciones con fines políticos forman parte de la canalización de las demandas de la sociedad. Y en las crisis, la mujer siempre es la que lleva la mayor carga. Por esto no me cansaré de auspiciar una mayor representación de las mujeres en los organismos de participación popular.
Basta recordar hoy las palabras de Margaret Thatcher: "Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa, está muy cerca de entender los de llevar un país". Nuestras mujeres se han hecho merecedoras de participar en cualquier intento de negociación o acercamiento entre las partes que procuren una salida pacífica a la terrible crisis que vive Venezuela.
Por eso también veo con estupor que en los últimos intentos de diálogo surgidos en México la inmensa mayoría de las delegaciones esté conformada por hombres. Creo que esto debe replantearse, para darle la oportunidad a valiosas mujeres de diversas áreas de la vida pública nacional de concretar soluciones que, más allá de la política, procuren respuestas concretas para los múltiples problemas que viven los venezolanos, y particularmente a nuestras madres e hijas de los sectores populares.
Las mujeres venezolanas sabemos perfectamente lo difícil que es criar a nuestros hijos solas; lo cuesta arriba que resulta garantizar las tres comidas o la educación a nuestros muchachos. Sabemos los riesgos a los que nos enfrentamos con la violencia silenciosa en hogares y a pesar de todo seguimos saliendo adelante. ¿Acaso no son estas credenciales suficientes, además de nuestras capacidades técnicas, para conformar mesas de trabajo en función de las carencias de nuestro género?
En paralelo debemos insistir en garantizar la paridad de género a favor de quienes representan a 50% de la población. Urge mayor representación de las mujeres en los organismos de participación popular, especialmente en los encargados de tomar decisiones.
Vaya mi saludo afectuoso a todas las mujeres venezolanas que a diario dejan atrás los obstáculos e imponen las ganas de salir adelante. Esas mujeres que son ejemplo e inspiración. Esas que representan dignamente a este país y que sigue por su afán de superación. Felicidades a todas, queridas amigas y fieles lectoras.
@griseldareyesq
www.griseldareyes.com
griseldareyes@gmail.com
Me da un profundo pesar como mujer, madre y miembro del Comité de Mujeres Líderes de las Américas, que tanto los medios de comunicación tradicionales como los digitales sigan recogiendo informaciones vinculadas a femicidios, embarazo precoz, violencia doméstica, acoso sexual, laboral y escolar, o cualquier otra categoría de violencia física, verbal, emocional, financiera estipulada en la legislación. Y todo ello es el dramático reflejo de un país que es suelo fértil para la violencia contra la mujer.
Yo, Griselda Reyes, activista social y promotora de la defensa y empoderamiento de la mujer venezolana, sueño con una República donde se respeten los derechos de la mujer y se garantice su papel activo en todas las áreas de la sociedad.
Pongo como ejemplo el rol de la mujer en política. A pesar de la presencia de una masa crítica de mujeres en los movimientos políticos que han impulsado una democracia real, no hay igualdad de condiciones entre los hombres y las mujeres en los espacios de poder y de toma de decisiones. También insisto en que si apostamos y confiamos más en las mujeres, este mundo revuelto y belicoso que hoy tenemos, sería mucho más pacífico por la naturaleza conciliadora de nuestro género.
La mujer venezolana está en una constante lucha por el bienestar, no solo de su familia, sino de toda su comunidad. Basta con recorrer cualquier sector popular para constatar quiénes son las hormiguitas que van sumando en función de los intereses colectivos. Pero también encontramos que a medida que despegamos de las bases, son cada vez menos las mujeres involucradas en el quehacer político.
La situación que viene atravesando el país ha promovido que jóvenes y mujeres se involucren en política, porque la política y las organizaciones con fines políticos forman parte de la canalización de las demandas de la sociedad. Y en las crisis, la mujer siempre es la que lleva la mayor carga. Por esto no me cansaré de auspiciar una mayor representación de las mujeres en los organismos de participación popular.
Basta recordar hoy las palabras de Margaret Thatcher: "Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa, está muy cerca de entender los de llevar un país". Nuestras mujeres se han hecho merecedoras de participar en cualquier intento de negociación o acercamiento entre las partes que procuren una salida pacífica a la terrible crisis que vive Venezuela.
Por eso también veo con estupor que en los últimos intentos de diálogo surgidos en México la inmensa mayoría de las delegaciones esté conformada por hombres. Creo que esto debe replantearse, para darle la oportunidad a valiosas mujeres de diversas áreas de la vida pública nacional de concretar soluciones que, más allá de la política, procuren respuestas concretas para los múltiples problemas que viven los venezolanos, y particularmente a nuestras madres e hijas de los sectores populares.
Las mujeres venezolanas sabemos perfectamente lo difícil que es criar a nuestros hijos solas; lo cuesta arriba que resulta garantizar las tres comidas o la educación a nuestros muchachos. Sabemos los riesgos a los que nos enfrentamos con la violencia silenciosa en hogares y a pesar de todo seguimos saliendo adelante. ¿Acaso no son estas credenciales suficientes, además de nuestras capacidades técnicas, para conformar mesas de trabajo en función de las carencias de nuestro género?
En paralelo debemos insistir en garantizar la paridad de género a favor de quienes representan a 50% de la población. Urge mayor representación de las mujeres en los organismos de participación popular, especialmente en los encargados de tomar decisiones.
Vaya mi saludo afectuoso a todas las mujeres venezolanas que a diario dejan atrás los obstáculos e imponen las ganas de salir adelante. Esas mujeres que son ejemplo e inspiración. Esas que representan dignamente a este país y que sigue por su afán de superación. Felicidades a todas, queridas amigas y fieles lectoras.
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