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Dolor y virus

Lo que no parece suficiente, es racionalizar el dolor. Estrictamente hablando, no hay terapia definitiva para el sufrimiento. Lo máximo que se nos es dado alcanzar, es saber encajarlo en la vida...

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

02/02/2022 05:03 am

“En su ensayo Los dolores Viktor Von Weizsäcker define el dolor como una verdad encarnada, como la encarnación de una verdad. Los vínculos entablados resultan ser verdaderos cuando duelen las separaciones. Solo las verdades duelen. Toda verdad es dolorosa. La sociedad paliativa es una sociedad sin verdad, un infierno de lo igual” (Byung-Chul Han, La Sociedad Paliativa).

No me siento convencido de identificar el dolor con la verdad de una manera unívoca. Hay muchas verdades que no son dolorosas, sino más bien gozosas. En otro sentido, hay mucha mentira dolorosa. De igual forma, no podemos negar que el dolor es un revulsivo que en muchas ocasiones nos hace volver la vista a la verdad. Otras tantas a vivir en la verdad. Posiblemente y con ayuda, sea de esas cosas que podremos anotar en el haber dejado por la pandemia. La mala noticia del Sars CoV2 ha sido causante o inductor de muchos dolores. Especialmente aquel producido, por la pérdida de personas queridas.

Nuestra sensibilidad para el dolor moral o físico, se puede haber agudizado con la pandemia. La capacidad de percibir lo doloroso, es una nota característica de los tiempos que vivimos. Al punto de que confundimos o sobredimensionamos, aquello que causa dolor. Luego, es interesante considerar los diversos umbrales del dolor. No todos sentimos el dolor, con la misma intensidad ni agudeza. No deja de ser compensatorio que muchas veces esa misma agudeza sensible, se tiene para lo agradable y placentero. Afortunadamente, no todos sufrimos igual ni gozamos igual.

Tenemos que reconocer que la experiencia del dolor, es eminentemente humana. No queremos decir con esto que los animales o hasta las plantas no puedan sentir dolor y sufrir. Pero que duda cabe de que su reconocimiento como un elemento integrado en el resto de la vida, es una consideración de la que solo somos capaces los seres humanos. Es algo que hasta podemos aprovechar. Llegar al punto de sacar fruto al dolor. Un fruto vital que tiene que se define con el sentido. La valoración del dolor, es un hecho cierto y racional.

Sobre el dolor podemos hacer consideraciones como las anteriores y muchas otras. Nos atrevemos a afirmar, que son reflexiones oportunas en tiempos de pandemia. Lo que no parece suficiente, es racionalizar el dolor. Estrictamente hablando, no hay terapia definitiva para el sufrimiento. Lo máximo que se nos es dado alcanzar, es saber encajarlo en la vida. En la vida como un todo, que no es esencialmente doloroso. Algo de lo que son capaces, aquellos que no pierden la capacidad de crecer hacia adentro y mirar hacia arriba. En una perspectiva horizontal y epidérmica, el dolor puede ser autodestructivo.

“El dolor agudiza la percepción de sí mismo. Perfila el yo. Traza sus contornos El aumento de conductas autolesivas se puede interpretar como un desesperado intento por parte del yo narcisista y depresivo de cerciorarse de sí mismo, de sentirse a sí mismo. Siento dolor, luego existo” (Byung-Chul Han, La Sociedad Paliativa)

jagamez@icloud.com 
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