La estafa más grande de la historia ocurrió en Poyais
Sobre la blanca arena, frente a una playa, yacía un sinnúmero de cuerpos inermes, algunos eran arrastrados por las olas en un ir y venir. Los sobrevivientes, apenas podían respirar. La dantesca imagen sumaba 180 cuerpos, entre hombres, mujeres y niños. Solo una tercera parte de los que llegaron a aquella zona desolada, fueron rescatados por un barco que pasaba por allí y llevados a Belice.
En octubre de 1822, sir Gregor MacGregor, ofreció entrevistas a diarios de la Gran Bretaña y publicó decenas de atractivos anuncios sobre el reino de Poyais en los periódicos de mayor circulación de habla inglesa, lo que produjo gran sensación.
Pronto la alta sociedad escocesa se prendió de la idea y más viniendo de Sir Gregor MacGregor que no solo era el hijo de un acaudalado banquero, sino también el príncipe de Poyais.
Héroe de la Independencia
MacGregor era un reputado héroe de la Independencia venezolana, cercano al Libertador Simón Bolívar. Veterano del ejército británico en las luchas contra Napoleón Bonaparte. Ingresó a la vida militar con tan solo 16 años, escalando rápidamente de rango, unos ganados en batalla y otros comprados. Era originario del pequeño pueblo escocés Stirlingshire, en donde había nacido el 24 de diciembre de 1786.
Su paso productivo por Venezuela tuvo su génesis al conocer en Londres al general Francisco de Miranda, líder de la revuelta venezolana y personaje carismático. Le ofreció sus servicios y tras vender sus pertenencias, embarcó con destino a América, llegando a Caracas horas después del impactante terremoto que la desolará en 1812.
El escocés aseguró igualmente su posición en las líneas patriotas contrayendo segundas nupcias con Josefa Aristeguieta, prima de Bolívar. Este enlace le valió el ascendido a General de Brigada.
No obstante, una sucesión de despropósitos acompañó las andanzas posteriores de los triunfos de este general inglés, entre los que destacaba desobediencia, abandono de tropas, abrogación de títulos inexistentes y toda una serie de traspiés que produjeron la ira del Libertador.
El reino de Poyais
McGregor huyó de Colombia y se refugió con su familia en Jamaica, en donde rápidamente comenzó a contrabandear ron. Las autoridades de aquella región le pusieron precio a su cabeza. El propio Bolívar, a quien ya habían llegado los informes sobre la cobardía y desobediencia de MacGregor, lo proscribió y ordenó que, de retornar a Venezuela, lo ahorcasen sin juicio previo “por traidor”.
Con los recursos ganados y otros confiscados durante las luchas independentistas de Venezuela y la Nueva Granada, y tras el lucrativo comercio ilícito de aguardiente de caña, McGregor logró comprar un inexpugnable territorio al que decidió bautizar como «Poyais» por el nombre de una tribu nativa, los payas. Y retornó a su lar nativo para presumir de su nueva posesión y su nuevo título: «cacique de Poyais», que en aquella época era un título equivalente al de «príncipe», de rango intermedio entre un gobernador y un virrey.
La alta sociedad inglesa estaba deslumbrada por las descripciones de MacGregor sobre las bondades de Poyais, desde el diseño de los uniformes de su ejército hasta un sistema político de tres cámaras enmarcada en una constitución rimbombante. La bien planificada campaña de McGregor surtió efectos y fue más fructífera de los esperado.
No solo recibió US$287.000 directamente, sino que los bonos por Poyais llegaron a valer US$1,87 millones, es decir US$3.600 millones de hoy. Rápidamente se propuso diseñar su propia moneda en papel «los dólares de Poyais», impresos por el Banco de Escocia.
Tras dos meses de travesía, el Kinnersley Castle atracó en la laguna de Black River, en aquel país de Poyais. Pero nadie los recibe. Tampoco hay rastro de St. Joseph, la capital con edificios de estilo europeo. El desconcierto aumenta cuando atónitos observan que unos 70 colonos descarnados -que arribaron antes-, deambulan en la playa con trajes harapientos roídos por el salitre.
En medio del aturdimiento caen en cuenta que los dólares que llevan en sus baúles no tienen ningún valor, que los certificados de la tierra comprados como jugosa inversión son simples papeles empapados, y que Poyais es un territorio infestado de mosquitos que transmiten malaria y fiebre amarilla; y que aquel libro ilustrativo que narraba las fabulosas virtudes de Poyais, fue urdido por MacGregor. De esta manera perecerán 180 colonos, víctimas de la estafa más grande de la historia.
Volvió a su audaz andanza
MacGregor huyó a Francia y poco después de fundar su nuevo hogar, no perdió tiempo en iniciar su audaz carrera de timador, y al poco tiempo ya tenía un numeroso grupo de nuevos inversionistas dispuestos a colonizar Poyais.
No obstante, la gran cantidad de solicitudes de pasaportes para un país al cual nadie había escuchado hablar, alertaron a las autoridades. Descubrieron inmediatamente el fraude y arrestaron al autor. Cumplida la condena, MacGregor regresó a Edimburgo de donde huyó tras amenazas de muerte por su estafa, radicándose en Caracas.
Solicitó la ciudadanía venezolana y con la carta rubricada de Bolívar donde lo ascendía a General de División, exigió la restitución de su rango del Ejército Libertador, maniobra apoyada por el presidente José Antonio Páez y su amigo Rafael Urdaneta, que para entonces era el titular del Ministerio de Defensa.
Falleció el 4 de diciembre de 1845. Su funeral, celebrado con todos los honores en la Catedral de Caracas, fue propio de un héroe y un hombre de Estado. Escoltando su ataúd desfilaron el presidente Carlos Soublette, su cuerpo ministerial y el alto mando del Ejército. Hoy, el país imaginario de Poyais continúa siendo un extenso predio de selva indómita.
Fuente: El hombre que engañó a cientos de escoceses para colonizar un rincón desolado de Honduras. Maria Konnikova. BBC Future. Febrero de 2016.
El fabuloso reino de Poyais: venga a morir a la Costa de los Mosquitos. E. J. Rodríguez. Revista jotdown. Octubre de 2018
Gregor MacGregor, el timador que se inventó un país. Joaquín Armada La Vanguardia 12/06/2019
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
TW/IG @LuisPerozoPadua
En octubre de 1822, sir Gregor MacGregor, ofreció entrevistas a diarios de la Gran Bretaña y publicó decenas de atractivos anuncios sobre el reino de Poyais en los periódicos de mayor circulación de habla inglesa, lo que produjo gran sensación.
Pronto la alta sociedad escocesa se prendió de la idea y más viniendo de Sir Gregor MacGregor que no solo era el hijo de un acaudalado banquero, sino también el príncipe de Poyais.
Héroe de la Independencia
MacGregor era un reputado héroe de la Independencia venezolana, cercano al Libertador Simón Bolívar. Veterano del ejército británico en las luchas contra Napoleón Bonaparte. Ingresó a la vida militar con tan solo 16 años, escalando rápidamente de rango, unos ganados en batalla y otros comprados. Era originario del pequeño pueblo escocés Stirlingshire, en donde había nacido el 24 de diciembre de 1786.
Su paso productivo por Venezuela tuvo su génesis al conocer en Londres al general Francisco de Miranda, líder de la revuelta venezolana y personaje carismático. Le ofreció sus servicios y tras vender sus pertenencias, embarcó con destino a América, llegando a Caracas horas después del impactante terremoto que la desolará en 1812.
El escocés aseguró igualmente su posición en las líneas patriotas contrayendo segundas nupcias con Josefa Aristeguieta, prima de Bolívar. Este enlace le valió el ascendido a General de Brigada.
No obstante, una sucesión de despropósitos acompañó las andanzas posteriores de los triunfos de este general inglés, entre los que destacaba desobediencia, abandono de tropas, abrogación de títulos inexistentes y toda una serie de traspiés que produjeron la ira del Libertador.
El reino de Poyais
McGregor huyó de Colombia y se refugió con su familia en Jamaica, en donde rápidamente comenzó a contrabandear ron. Las autoridades de aquella región le pusieron precio a su cabeza. El propio Bolívar, a quien ya habían llegado los informes sobre la cobardía y desobediencia de MacGregor, lo proscribió y ordenó que, de retornar a Venezuela, lo ahorcasen sin juicio previo “por traidor”.
Con los recursos ganados y otros confiscados durante las luchas independentistas de Venezuela y la Nueva Granada, y tras el lucrativo comercio ilícito de aguardiente de caña, McGregor logró comprar un inexpugnable territorio al que decidió bautizar como «Poyais» por el nombre de una tribu nativa, los payas. Y retornó a su lar nativo para presumir de su nueva posesión y su nuevo título: «cacique de Poyais», que en aquella época era un título equivalente al de «príncipe», de rango intermedio entre un gobernador y un virrey.
La alta sociedad inglesa estaba deslumbrada por las descripciones de MacGregor sobre las bondades de Poyais, desde el diseño de los uniformes de su ejército hasta un sistema político de tres cámaras enmarcada en una constitución rimbombante. La bien planificada campaña de McGregor surtió efectos y fue más fructífera de los esperado.
No solo recibió US$287.000 directamente, sino que los bonos por Poyais llegaron a valer US$1,87 millones, es decir US$3.600 millones de hoy. Rápidamente se propuso diseñar su propia moneda en papel «los dólares de Poyais», impresos por el Banco de Escocia.
Tras dos meses de travesía, el Kinnersley Castle atracó en la laguna de Black River, en aquel país de Poyais. Pero nadie los recibe. Tampoco hay rastro de St. Joseph, la capital con edificios de estilo europeo. El desconcierto aumenta cuando atónitos observan que unos 70 colonos descarnados -que arribaron antes-, deambulan en la playa con trajes harapientos roídos por el salitre.
En medio del aturdimiento caen en cuenta que los dólares que llevan en sus baúles no tienen ningún valor, que los certificados de la tierra comprados como jugosa inversión son simples papeles empapados, y que Poyais es un territorio infestado de mosquitos que transmiten malaria y fiebre amarilla; y que aquel libro ilustrativo que narraba las fabulosas virtudes de Poyais, fue urdido por MacGregor. De esta manera perecerán 180 colonos, víctimas de la estafa más grande de la historia.
Volvió a su audaz andanza
MacGregor huyó a Francia y poco después de fundar su nuevo hogar, no perdió tiempo en iniciar su audaz carrera de timador, y al poco tiempo ya tenía un numeroso grupo de nuevos inversionistas dispuestos a colonizar Poyais.
No obstante, la gran cantidad de solicitudes de pasaportes para un país al cual nadie había escuchado hablar, alertaron a las autoridades. Descubrieron inmediatamente el fraude y arrestaron al autor. Cumplida la condena, MacGregor regresó a Edimburgo de donde huyó tras amenazas de muerte por su estafa, radicándose en Caracas.
Solicitó la ciudadanía venezolana y con la carta rubricada de Bolívar donde lo ascendía a General de División, exigió la restitución de su rango del Ejército Libertador, maniobra apoyada por el presidente José Antonio Páez y su amigo Rafael Urdaneta, que para entonces era el titular del Ministerio de Defensa.
Falleció el 4 de diciembre de 1845. Su funeral, celebrado con todos los honores en la Catedral de Caracas, fue propio de un héroe y un hombre de Estado. Escoltando su ataúd desfilaron el presidente Carlos Soublette, su cuerpo ministerial y el alto mando del Ejército. Hoy, el país imaginario de Poyais continúa siendo un extenso predio de selva indómita.
Fuente: El hombre que engañó a cientos de escoceses para colonizar un rincón desolado de Honduras. Maria Konnikova. BBC Future. Febrero de 2016.
El fabuloso reino de Poyais: venga a morir a la Costa de los Mosquitos. E. J. Rodríguez. Revista jotdown. Octubre de 2018
Gregor MacGregor, el timador que se inventó un país. Joaquín Armada La Vanguardia 12/06/2019
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