El poder según Steven Lukes
Arendt contribuye a este debate con su idea de que el poder es una aptitud humana de actuar de manera concertada. Analizando la mentira y la violencia, asegura que el poder puede prescindir de toda justificación, pero la legitimidad le es indispensable...
Hay un investigador político y social británico de nombre Steven Lukes, quien es profesor de sociología y política en la Universidad de Nueva York y lo ha sido en muchas otras, que ha publicado unos trabajos de investigación con una forma diferente de abordar el poder. Uno de sus libros más célebres se titula: “Poder, un enfoque radical”. En esa obra el profesor Lukes expone su mirada diferente, que permite analizar al poder en una forma dimensional, lo cual ayuda a desagregarlo desde tres perspectivas novedosas: Poder con toma de decisiones, poder sin toma de decisiones, y poder ideológico.
Poder con toma de decisiones, o “unidimensional”: Es el más clásico de los tres enfoques. Se resume en que el sujeto A tiene poder sobre B, en la medida que logra que B haga, lo que A quiere que haga. Esta perspectiva la expuso ampliamente el recordado profesor y presidente de la Asociación Norteamericana de Ciencias Políticas Robert Dahl, en sus publicaciones sobre el concepto del poder. Su razonamiento nos permite comprender al poder en su concepción primaria. Sin embargo, hay que admitir que se puede llegar mucho más lejos en la profundidad de la investigación. Desde esta perspectiva el mayor peso del análisis se dirige hacia el comportamiento, por lo tanto este enfoque llamado “pluralista” resulta insuficiente. Esta exploración investigativa se concentra en las preferencias de los individuos, expresadas en sus acciones políticas. Aquí se puede incluir al clientelismo político, que permite ganar votos a cambio de prebendas o al contrario, desanimar el voto opositor utilizando el miedo como factor inmovilizador.
Poder sin toma de decisiones, o “bidimensional”: Desde este ángulo el poder tiene dos caras; una cuando se ve reflejado en decisiones concretas, y la otra cuando se consigue la obediencia mediante amenazas. Lukes cita los estudios que hicieron los eminentes y recordados politólogos norteamericanos Peter Bachrach y Morton S. Baratz, para analizar esta bidimensionalidad del poder. Podríamos graficar las dos caras del poder, según este enfoque, en influencia y coerción. Este tipo de poder sirve para fijar las agendas en los debates que no se discuten en foros públicos, como en el caso de la negociación entre el gobierno y la oposición venezolana que tendrá lugar muy pronto en México.
Poder ideológico o “tridimensional”: La novedad de este enfoque es que va más allá en el intento de explicar la complejidad del poder, situándolo sobre las decisiones concretas y del comportamiento de los individuos. La crítica al carácter conductista de las dos dimensiones anteriores del poder se ve reflejada en esta tercera dimensión, que explica el poder por medio de la influencia y la modelación de los individuos. Este tipo de poder, siempre según Lukes, trata de influenciar los deseos y pensamientos de la gente, aunque vayan en contra de sus propios intereses.
Lukes se pasea por las tres dimensiones del poder por la reclasificación de los conflictos, y le agrega el elemento del conflicto latente. Esa tensión social que muchas veces se siente en los países, que hace pensar que en cualquier momento se prende una chispa y el poder cambia. Casos emblemáticos son las primaveras árabes, el racismo en Estados Unidos, las protestas en Colombia o la crisis alimentaria en Cuba. Pero además abre la posibilidad de la ausencia del conflicto en las relaciones de poder, contradiciendo así a los pluralistas. Recurriendo a Robert Dahl, nuestro autor asoma que los políticos modelan las preferencias de los votantes, y que pueden influir en sus necesidades verdaderas para eliminar los conflictos observables. Según este enfoque, la tridimensionalidad explica por qué el poder ideal da como resultado que el sujeto desee realmente hacer, lo que el líder quiere que haga.
Con el poder subyacente, como lo define Lukes, vemos trazas de las tres dimensiones o enfoques, y además nos permite colocar en un plano práctico el análisis del poder y los medios. Desde esa perspectiva, la prensa, la televisión, la radio, el Twitter, Facebook, Instagram, Telegram, redes sociales y cualquier otro medio que aparezca en el futuro, constituyen un poder claro y conciso. Lo que habría que definir en todo caso es la especificidad de cada medio. Este aspecto puede adquirir dimensiones fascinantes con el advenimiento de nuevas tecnologías, cada vez más impresionantes, con las cuales seguramente pronto aparecerán nuevos medios de comunicación difíciles de imaginar hoy en día.
Para finalizar, Hanna Arendt contribuye a este debate con su idea de que el poder es una aptitud humana de actuar de manera concertada. Adicionalmente la investigadora, analizando la mentira y la violencia, asegura que el poder puede prescindir de toda justificación, pero que la legitimidad la legitimidad le es indispensable. Esto nos abre el camino para visualizar los medios de comunicación como mecanismos legitimadores del poder. Seguiremos investigando.
alvaromont@gmail.com
Poder con toma de decisiones, o “unidimensional”: Es el más clásico de los tres enfoques. Se resume en que el sujeto A tiene poder sobre B, en la medida que logra que B haga, lo que A quiere que haga. Esta perspectiva la expuso ampliamente el recordado profesor y presidente de la Asociación Norteamericana de Ciencias Políticas Robert Dahl, en sus publicaciones sobre el concepto del poder. Su razonamiento nos permite comprender al poder en su concepción primaria. Sin embargo, hay que admitir que se puede llegar mucho más lejos en la profundidad de la investigación. Desde esta perspectiva el mayor peso del análisis se dirige hacia el comportamiento, por lo tanto este enfoque llamado “pluralista” resulta insuficiente. Esta exploración investigativa se concentra en las preferencias de los individuos, expresadas en sus acciones políticas. Aquí se puede incluir al clientelismo político, que permite ganar votos a cambio de prebendas o al contrario, desanimar el voto opositor utilizando el miedo como factor inmovilizador.
Poder sin toma de decisiones, o “bidimensional”: Desde este ángulo el poder tiene dos caras; una cuando se ve reflejado en decisiones concretas, y la otra cuando se consigue la obediencia mediante amenazas. Lukes cita los estudios que hicieron los eminentes y recordados politólogos norteamericanos Peter Bachrach y Morton S. Baratz, para analizar esta bidimensionalidad del poder. Podríamos graficar las dos caras del poder, según este enfoque, en influencia y coerción. Este tipo de poder sirve para fijar las agendas en los debates que no se discuten en foros públicos, como en el caso de la negociación entre el gobierno y la oposición venezolana que tendrá lugar muy pronto en México.
Poder ideológico o “tridimensional”: La novedad de este enfoque es que va más allá en el intento de explicar la complejidad del poder, situándolo sobre las decisiones concretas y del comportamiento de los individuos. La crítica al carácter conductista de las dos dimensiones anteriores del poder se ve reflejada en esta tercera dimensión, que explica el poder por medio de la influencia y la modelación de los individuos. Este tipo de poder, siempre según Lukes, trata de influenciar los deseos y pensamientos de la gente, aunque vayan en contra de sus propios intereses.
Lukes se pasea por las tres dimensiones del poder por la reclasificación de los conflictos, y le agrega el elemento del conflicto latente. Esa tensión social que muchas veces se siente en los países, que hace pensar que en cualquier momento se prende una chispa y el poder cambia. Casos emblemáticos son las primaveras árabes, el racismo en Estados Unidos, las protestas en Colombia o la crisis alimentaria en Cuba. Pero además abre la posibilidad de la ausencia del conflicto en las relaciones de poder, contradiciendo así a los pluralistas. Recurriendo a Robert Dahl, nuestro autor asoma que los políticos modelan las preferencias de los votantes, y que pueden influir en sus necesidades verdaderas para eliminar los conflictos observables. Según este enfoque, la tridimensionalidad explica por qué el poder ideal da como resultado que el sujeto desee realmente hacer, lo que el líder quiere que haga.
Con el poder subyacente, como lo define Lukes, vemos trazas de las tres dimensiones o enfoques, y además nos permite colocar en un plano práctico el análisis del poder y los medios. Desde esa perspectiva, la prensa, la televisión, la radio, el Twitter, Facebook, Instagram, Telegram, redes sociales y cualquier otro medio que aparezca en el futuro, constituyen un poder claro y conciso. Lo que habría que definir en todo caso es la especificidad de cada medio. Este aspecto puede adquirir dimensiones fascinantes con el advenimiento de nuevas tecnologías, cada vez más impresionantes, con las cuales seguramente pronto aparecerán nuevos medios de comunicación difíciles de imaginar hoy en día.
Para finalizar, Hanna Arendt contribuye a este debate con su idea de que el poder es una aptitud humana de actuar de manera concertada. Adicionalmente la investigadora, analizando la mentira y la violencia, asegura que el poder puede prescindir de toda justificación, pero que la legitimidad la legitimidad le es indispensable. Esto nos abre el camino para visualizar los medios de comunicación como mecanismos legitimadores del poder. Seguiremos investigando.
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