“Homo videns” y autocracia
Se está formando una humanidad “novólatra y cuantofrénica” que, como el hombre necio de Antonio Machado, confunde valor y precio. Una sociedad vulgarmente conformista...
Giovanni Sartori, en su libro “Homo videns, televisión y postpensamiento” nos dice: “El hombre del postpensamiento, incapaz de reflexión abstracta y analítica, siempre más balbuciente en la demostración lógica y en la deducción racional, pero al mismo tiempo fortalecido en el sentido del ver (el hombre ocular) y en el fantasear (mundos virtuales) se parece mucho al “Hombre Bestión” de Gianbattista Vico”, quien en su libro ”La Scienza Nuova” (1730), divide la historia de la humanidad en tres épocas, la primera la imagina dominada por horribles bestiones incapaces de reflexión, pero dotados de fuertes sentidos y de una gran fantasía. Se le parece ciertamente en credulidad y en superstición. Desde la Ilustración se creyó ingenuamente que el progreso científico habría liberado al hombre de las creencias irracionales, en cambio parece que la tecnología está produciendo un hombre casi más “credulón” que el de los mal llamados “siglos oscuros” de la Edad Media. Por eso el auge de las más absurdas teorías de la conspiración, que vienen difundidas, en esta era de la posverdad, por la explosión de los medios alternativos en las redes sociales y fortalecidas por los algoritmos. El “homo sapiens” se está transformando aceleradamente en el “homo videns” de Sartori, que lee poco y mal, ve muchas imágenes, pero maneja muy escasos conceptos. Una verdadera “videocracia” que se enriquece por la infinita (Einstein dixit) estupidez humana. Buena parte de la sociedad occidental está impregnada por un materialismo asfixiante, un hedonismo promiscuo y un egoísmo despiadado. Se trata de una sociedad caracterizada por el consumismo. Una cultura que identifica a la persona con lo que está en capacidad de procurarse para conseguir placer. Se está formando una humanidad “novólatra y cuantofrénica” que, como el hombre necio de Antonio Machado, confunde valor y precio. Una sociedad vulgarmente conformista, que está pendiente de la última imbecilidad, que sale de la boca de algún “influencer” o “tiktoker”.
Frente a este materialismo hedonista globalizante se advierte una reacción conservadora. Putin en Rusia y buena parte de los líderes políticos en Europa Oriental, como los hermanos Kaczynski en Polonia y Orban en Hungría, para no mencionar al propio Trump en EEUU, se aprovechan oportunista e hipócritamente de esta reacción y proyectan un mensaje nacionalista que defiende los valores de la familia tradicional y la religión frente al globalismo, que fomenta en cambio una “corrección política”, llevada a veces a excesos francamente ridículos, como identificar a la mujer como “ser menstruante” y utilizar el término “ser procreador”, para evitar la palabra madre. También los excesos grotescos de las fiestas del “orgullo gay”, con niños disfrazados de condones y el feminismo más extremista de las llamadas “feminazis”, han creado las condiciones para esta reacción, que no debería ser monopolio de estos autócratas populistas. Pero muchos sectores se sienten atraídos por este mensaje cultural conservador, que les hace poner en segundo plano sus posiciones antidemocráticas y, en el caso de Putin, su irresponsable invasión a Ucrania, con las gravísimas consecuencias humanitarias, socioeconómicas y geopolíticas que ha desatado.
@sadiocaracas
Frente a este materialismo hedonista globalizante se advierte una reacción conservadora. Putin en Rusia y buena parte de los líderes políticos en Europa Oriental, como los hermanos Kaczynski en Polonia y Orban en Hungría, para no mencionar al propio Trump en EEUU, se aprovechan oportunista e hipócritamente de esta reacción y proyectan un mensaje nacionalista que defiende los valores de la familia tradicional y la religión frente al globalismo, que fomenta en cambio una “corrección política”, llevada a veces a excesos francamente ridículos, como identificar a la mujer como “ser menstruante” y utilizar el término “ser procreador”, para evitar la palabra madre. También los excesos grotescos de las fiestas del “orgullo gay”, con niños disfrazados de condones y el feminismo más extremista de las llamadas “feminazis”, han creado las condiciones para esta reacción, que no debería ser monopolio de estos autócratas populistas. Pero muchos sectores se sienten atraídos por este mensaje cultural conservador, que les hace poner en segundo plano sus posiciones antidemocráticas y, en el caso de Putin, su irresponsable invasión a Ucrania, con las gravísimas consecuencias humanitarias, socioeconómicas y geopolíticas que ha desatado.
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